Perú y la Re-definición del Estado Peruano: Lo que hay que tener en cuenta ahora que ha ganado Ollanta Humala


Ha ganado Ollanta Humala las elecciones, en segunda vuelta, del Perú. Eso significa que va a ser el próximo presidente del Perú. Por su cargado componente de izquierda chavista, me gustaría escribir algunas líneas, para que aquellas personas de buena voluntad que le han votado tenga en cuenta. Y las escribo ahora, antes del inicio de su gobierno, porque creo que antes o después va a hacer falta una guía racional sobre qué queremos que sea el Estado Peruano.

¿Se ha preguntado nunca cuál es la función del Estado? Podríamos afirmar que proteger a la gente. Y asi ha sido en los últimos siglos. Cuando nació el actual concepto de Estado –el Estado-Nación– rápidamente se identificó con la idea de la gloria, bien común y seguridad.

A medida que la libertad de las personas aumentaba y los pueblos más libres y prósperos iban mejorando su nivel de riqueza, y por tanto también aumentaba el bienestar del individuo, los políticos de todo el mundo se dieron cuenta de que podían ampliar ese concepto de seguridad. Y asi fue como trasladaron el concepto de seguridad a la economía; que en un principio no estaba incluída.

En el mundo, se crearon derechos sociales, leyes de empleo digno y de protección. Pero para poder mantener estos supuestos nuevos derechos, la capacidad productiva de los mercados de esos países ha tenido que soportar tal apropiación de recursos que se tomó el Estado. Y la gente que admira la social-democracia sigue pidiendo más derechos sociales.

Hay 2 cosas que hay que tener en cuenta. La primera, es que si a la palabra “democracia” se le pone un adjetivo empiezan los problemas. Porque la democracia es sólo la democracia y cualquier palabra que que le ponga alrededor, al final es sólo un intento de aparentar algo bueno; aunque al final lo normal es que resulte un gran fiasco. Es uno de esos casos curiosos en los que el adjetivo es modificado totalmente por el sustantivo. Se intentan adueñar de la idea positiva de la democracia, para justificar cual régimen político de terror.

El segundo punto, casi tan importante como el primero, es que la gente en Perú no vio, no quiere ver, ni sigue viendo, que los derechos sociales tienen un origen criminal: el robo, el saqueo, el latrocinio y la extorsión al ciudadano. Voy a explicar un poco ésto, porque creo que es importante que la gente reflexione, y se entere. Aunque sea que se quede en su subconsciente y aflore lentamente.

El Estado se empezó a meter en la vida de las personas diciéndoles cómo pensar, tomando la educación, cómo teníamos que vivir, cuánto teníamos que ahorrar y gastar con la creación de bancos centrales. Porque aunque no lo crean, desde hace sólo 102 años que tenemos una moneda no respaldada en oro lo que hace que durante el último siglo hayamos vivido gastando de más cuando los bancos centrales del mundo bajaban los tipos de interés y ahorrando cuando los subian.

También decidió qué “vicios” eran malos prohibiendo algunas drogas y dejando otras de al margen. Y tal absurda pérdida de libertad individual nos ha convertido en simple ganado de los políticos y lobbies, que nos dicen hasta cómo hemos de hablar, prohibiéndonos incluso los piropos y hacer según qué chistes. El Estado se ha convertido ya no es el monopolio de la fuerza propiamente dicho, sino del pensamiento y la actuación humana. En el mundo, esta intromisión del Estado en el ámbito personal, cortando nuestras libertades, ha terminado pasando factura con una gran crisis económica, que aún mantiene al arruinado primer mundo en vilo.

El Perú, debido a sus propias características ha pasado momento de bonanza y momentos muy malos económicamente. La corrupción campa a sus anchas; políticos corruptos y empresarios que parasitan el gobierno hace que la gente sienta un rechazo contra esa corrupción. Después de ciento noventa años, el candidato ganador Ollanta Humala vuelve a reformularse la pregunta: ¿Cuál es la función del Estado? La respuesta, aunque hayan pasado casi 2 siglos sigue siendo la misma: proteger a la gente.

El problema es que Ollanta Hulama y sus camaradas creen que esos derechos sociales son la solución a todos los problemas y que forma parte de la “justicia social” y que forma parte del concepto de “seguridad” que debe ofrecer un Estado a sus ciudadanos. Olvida, lamentablemente, que el Estado es muy mal ingeniero social. Y que cada vez que el gobierno, cualquier gobierno, intenta redistribuir a su mejor entender y parecer la riqueza, lo que termina ocasionando es pobreza.

Hay que recordarles a todos que el Estado es un instrumento, no un fin. Y somos dependientes de las promesas electorales de Ollanta Humala. Muchas personas prefieren no vivir en libertad. No saben qué significa vivir en libertad. Y para mayor facilidad,  y porque la gente prefiere “el amparo” del gobierno, se termina temiendo a la libertad y muchos piden que todo nos lo haga el Estado.

Incluso hay quienes  le piden a los gobiernos que hagan magia como arreglar el planeta, construir un mundo mejor o que cree recursos que no es capaz de generar; no porque no sea posible, sino porque eso es función de la sociedad civil. No puede crearlo un político ni órgano central por medio de la ley y prohibiciones. Y así termina recreándose un mundo orwelliano donde el Estado tiene la función de garantizar por Ley la felicidad, la igualdad (no confundir igualdad ante que Ley que la igualdad por Ley), etc.

Solo tendremos, como peruanos, un futuro mejor con menos Estado. Hay que arremangarse y ponerse a trabajar.

 


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