La primera derivada del análisis de Alberto Recarte sobre la evolución del empleo en España: Europa es un mendigo sentado en una montaña de deuda


Dice Alberto Recarte en su ensayo “La economía española en 2011: pasado, presente y futuro desde la perspectiva del empleo y el paro” respecto a España que “en una situación de insolvencia nacional, la no refinanciación del sector privado es más complicada que la del sector público. En los casos en los que la deuda externa se concentra en el sector público es posible llegar a acuerdos, aún asumiendo pérdidas y carencias por parte de los acreedores, porque los Estados no desaparecen. Cuando la deuda impagada resulta ser privada, las posibilidades de que las empresas, los bancos o las familias que las soportan negocien con todos sus acreedores son mucho más complejas, al margen de que no hay garantía de la supervivencia económica de ninguna de estas entidades privadas. Por eso, la mayor calamidad que le puede ocurrir a la Europa monetaria es que se ponga en duda la solvencia de la economía española.”

No voy a ser yo el que ponga en duda las palabras de Alberto Recarte, suele hablar con muchisima razón (puedo discrepar en algún matiz pero normalmente estamos de acuerdo) y por eso es uno de los economistas más respetados de España, sino que voy a hacer incampié en “la primera derivada” de su apreciación. Porque lo que le pasa a España es consecuencia de una Unión Monetaria de buenas intenciones, pero llevada a cabo de forma equivocada. La situación actual europea implica que la banca alemana, francesa, inglesa (y en general la banca europea) ha dilapidado toda la riqueza de Europa concediendo créditos a países (Estados, bancos y particulares) que no se lo merecían por la sola pertenencia a la zona Euro como ha ocurrido en España. Esto ha ocasionado que Europa se convierta en un mendigo. Eso si, Europa es un mendigo que tiene muchos de esos papeles de deudas incobrables -o si quieres verlo “ricos inversores en deudas impagables”, en la que los bancos europeos han mal-invertido casi todo el ahorro europeo; pero el valor comercial de una deuda incobrable suele convertirse en cero. Y esto es terrible para Europa.  Porque la supuesta riqueza de Alemania, el podería económico de Francia o el ahorro de los países nórdicos, se han convertido en préstamos y avales para bancos quebrados, prestamos a Grecia, Irlanda y Portugal e hipotecados españoles en paro.

Suerte que dentro de tanta inversión a lo loco, se ha invertido un poco en cosas que se pueden rentabilizar, y los mendigos europeos estamos disfrutando de los dividendos de dichas inversiones, aunque se utilice ésto como pretexto de que las inversiones están seguras y dando renta. Pero el ahorro que tenía Europa se ha pérdido. Y lo peor, que se quiere engañar a los ciudadanos europeos diciendo que tienen unos ahorros… respaldados en los ladrillos de los aeropuertos españoles que reciben un vuelo a la semana subvencionado (los que reciben 1 vuelo), o se está gastando en la pensiones de los peluqueros griegos, que a los 55 ya están jubilados porque entienden que las sustancias tóxicas del shampoo o el acondicionador para el pelo puede afectar sus neuronas.

Y el rescate desesperado de Grecia, Irlanda, Portugal (y en su caso España e Italia), es para evitar que los ciudadanos de la Unión Europea se den cuenta de que sus bancos han dilapidado toda su riqueza y que, luego de una vida de duro trabajo y ahorrando, resulta que sus ahorros se han perdido. Y la única opción que tienen los políticos para evitar que los ciudadanos de europa sean conscientes de la mala inversión de su ahorro, con la consecuente exigencia penal por las responsabilidades a los banqueros europeos y políticos encubridores, es convencer a los ciudadanos europeos que ahora se puede minimizar la pérdida de sus ahorros, para lo cual intentan vendernos que los rescates son una buena vía. De esa forma se pasa el riesgo privado a riesgo publico. Y ahora dependemos, aún más, del elefantiasico sector público europeo.

No soy el único que cree que Europa ha quebrado. Hace un par de días, ha sido la comidilla de todos los corrillos especializados en el análisis de la realidad europea en la última semana el análisis de Irwin Stelzer, del Hudson Institute, en su columna de los lunes en el WSJ definía abiertamente el esquema de ayudas de la UE y el FMI a naciones como Grecia, Irlanda o Portugal como un fraude piramidal de libro, un nuevo caso Ponzi que necesariamente ha de acabar mal.

Para el común de los mortales, valga una sucinta definición de lo que es un esquema ponzi: se trata de aquellas prácticas financieras por medio de las cuáles se promete a los inversores una determinada rentabilidad sin que el destino real de sus fondos la pueda justificar en ningún caso, de modo tal que son los nuevos aportantes de liquidez los que, con su dinero, permiten a los promotores de la idea cumplir con el retorno prometido, alimentando de este modo la “credibilidad” y bondad de su actividad y atrayendo nuevos recursos de incautos. Una estructura que funciona bien mientras fluye el efectivo pero que deviene insostenible cuando éste se seca. Curioso que este mismo concepto se utilice para otro invento alemán. ¿Conocen una cosa que responde al nombre de Seguridad Social? Pues no se aleja mucho en su formulación actual de reparto a esta realidad.

Pues bien, sabemos que las ayudas acordadas con los tres países recatados por la Unión Europea cumplen con una doble condición: establecimiento de medidas estructurales que les permitan corregir los desequilibrios que les condujeron a su precaria situación, por una parte, y devolución del principal más intereses, fijados a un nivel sustancialmente inferior al exigido por el mercado (aunque sea superior a la del BCE y a la inflación), por otra. Teóricamente así uno mejora y al otro no le cuesta. Miel sobre hojuelas. Sin embargo, más allá de la finalidad “bancaria” de parte de ella, y que bien concebida en Estados Unidos se ha probado como rentable, dos son las paradojas que rodean esta financiación:

1) Por una parte, la nueva deuda va a ser utilizada para… hacer frente a vencimientos inminentes de deuda, esto es: para cumplir con el rendimiento prometido con anterioridad a otros tenedores de sus bonos. Tenedores de bonos privados ¿Les suena?

2) Con fuertes tensiones internas de tesorería que amenazan la cohesión social, una parte mayor o menor de la misma irá destinada a hacer frente a los pagos corrientes de las respectivas administraciones internas. ¿Les pitan ya los oídos?

Pero como Grecia gasta más que un coche y por ser un esquema Ponzi, para mantener el esquema ponzi griego hace falta más pasta. Y están los políticos europeos en reuniones secretas para intentar vendernos la moto. Bueno, secretas cuando algún político que está en contra no cuenta “la exclusiva” de las reuniones secretas. Es que Europa es mucha Europa, y la política europea tiene sus formas.

Una deuda de los estados y bancos a inversores privados (léase a bancos europeos y americanos), se esta convirtiendo de la noche a la mañana en deuda pública gracias a los préstamos y avales públicos (en España el tema es ya escandaloso). E intentan hacer todo lo posible que se pague lo máximo posible, exprimiendo a los países caídos en desgracia por gastar lo que no tenían ni debía, y evitar las pérdidas a los ahorristas que financiaron con su ahorro esos préstamos ¡por temor a reconocer que se ha volatilizado el dinero de los ahorristas europeos!

Tiene razón Recarte cuando nos dice que cobrarle a un privado es más dificil: de donde no hay, no hay forma de cobrar y se tienen que hacer públicas las pérdidas. Pero cuando deben los Estados es distinto: se puede forzar al Estado a subir impuestos, bajar salarios a sus trabajadores, ¡todo lo que haga falta para que pague! Pero como las malas inversiones no dejan de ser malas inversiones, tienen que haber pérdidas.  Pero claro, en una Europa, cuna del lenguaje por excelencia de la diplomacia, el francés, y del lenguaje de los negocios, el inglés, y en una Unión Europea donde los políticos “donde digo digo, hago diego”, van lentamente reconociendo lo inevitable: hay pérdidas. De ahí que el discurso haya pasado de la utopía a la certeza: “restructuración suave“, eufemismo para no aplicar los indecorosos “quita y espera”, esté más que nunca encima de la mesa como un planteamiento que afecte a tipos, plazos o ambos a la vez y que impliquen una perdida a la riqueza que tenia Europa. Ponzi redivivo, pero contado en lenguaje europeo, que te la van metiendo doblada.. con lubricante para que sea “suave”.

En América han optado por un camino distinto porque no puedes estirar el lengua como chicle como se hace en Europa y tienen que compatibilizar el repelús alemán a la inflación, y porque también tienen pérdidas desde hace años por las malas inversiones realizadas. Mediante una combinación de mayor inflación, austeridad y, más importante, represión financiera. Es decir, es una forma más sofisticada del corralito, en la que no se prohíbe a los ahorradores sacar su dinero (Estados Unidos cuna de La Libertad), pero pierden dinero por mantenerlo en el banco. Esta política anulará los incentivos para ahorrar, y sin ahorrista no se puede afirmar que se hayan perdido ahorros. El-Erian, consejero delegado del mayor fondo de bonos del mundo, ya está previniendo de la imposición de tipos reales negativos a los ahorradores de los Estados Unidos.

En España, tenemos para muestra nuetro sistema ponzi por excelencia: la Seguridad Social. Es evidente que los fraudes piramidales lo son por naturaleza, dando igual el ánimo fraudulento o el carácter público del defraudador. Son un engaño inmantenible que necesita “restructuraciones suaves”, en el lenguaje actual europeo, que en la prática sería quiebras parciales. El efecto, en cualquier caso, viene a ser el mismo, siendo esto lo que realmente importa, el quebranto patrimonial de más o menos afectados. Otra cosa es que, mientras la rueda siga girando no nos importe, en la infantil creencia de que no nos tocará. Pero lo que es insostenible por naturaleza, siempre termina por caer.

¿Cuál es el final de este culebron en Europa? No lo sé, pero para el caso español Recarte en su análisis hace una buena advertencia: “Al igual que ocurrió en los años ochenta y principios de los noventa, el desempleo se reducirá sólo por la evolución demográfica y por la emigración, una salida que había desaparecido en España desde hace casi 20 años.” Como bien adviertes Recarte, en estas circunstancias, la única salida para muchos desempleados será la emigración.


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