Día de Reyes.. en el hospital


Para variar, una de mis acostumbradas faringitis me ha mandado el día de Reyes a urgencias. Mientras en España muchos estaban abriendo sus regalos traídos por sus majestades los Reyes Magos de Oriente, yo estaba hecho polvo y tome un taxi hacia la Clínica San Carlos. Esta vez, las ganas de “ahorrar en el taxi” hizo que me dirigiese al hospital que, pensaba, me tocaba según donde vivía, aunque sabía que podía ser una mala decisión: a saber como me tratarían.

Aunque la sanidad madrileña es, en general, muy buena; mis amigdalitis-faringitis son un problema de diagnóstico para cualquier médico que no cuente con el instrumental y experiencia de un otorrino. Mis amigdalitis suelen producirse en la zona que se conoce como amigdala sublingual, cerca a las cuerda bucales, glotis, etc. Esto hace que cualquier médico que te vea la garganta, vea la garganta un poco roja, las anginas (amigdalas) exteriores algo inflamadas, pero nada más.  Sólo cuando la cosa ya se vuelve médicamente peligrosa (me cambia la voz, dificultades respiratorias, etc.) de mala gana los médicos generales me mandan al otorrino.  No son conscientes de que “la garganta roja” en mi caso es como el clásico farolillo rojo en los puticlubs: los que no saben lo ven como una curiosa luz en el portal del local, pero son incapaces de comprender la juerga que hay dentro del local. Pero con el instrumental adecuado (normalmente introduciendo una pequeña lámpara por mi nariz que sale por detrás de la lengua), los otorrinos pueden ver la juerga de las bacterias (o serán virus) mutantes que hay en mi garganta. Y normalmente me retienen unos días en el hospital para curarme. Pero si voy con demasiada antelación, y los bichos gargantiles aún no han hecho bien su trabajo, normalmente me mandan a casa con antibioticos.. y ya vuelvo el mes siguiente realmente jodido.

Bueno, esta vez nada mas llegar al Clínico San Carlos el primer problema: no era mi hospital de referencia. Mi hospital de referencia esta al frente, la fundación Jimenez Díaz. Y querían que todo malo caminara los no se cuantos kilómetros entre urgencias de un hospital y el otro. Gracias a Esperanza Aguirre, en Madrid los madrileños podemos elegir hospital y no nos pueden forzar a irnos a otro hospital, aunque vayamos al que no nos corresponda según nuestra tarjeta sanitaria. Así que utilice la treta de  poner los ojitos tristes, como el gato con botas en Shrek, para pedirle a la recepcionista (una señora mayor con gesto duro, ¿será la falta de sexo?) que por favor tramitará mi admisión

Al ver mi carita.. con las lagrimas de cocodrilo al borde de mis ojos, esta señora de buen corazón tuvo a bien admitirme (si no lo hacía, ya tenía preparado el argumentario para montar un follón de película, menos mal no hizo falta). Ahora sólo tocaba esperar a que alguien me atendiese. La clasificación -proceso por el cual una persona, como si fuese un confesor, escucha tus lamentos y te deriva a la especialidad que cree (sin verte ni auscultarte ni nada) que puede atender mejor tu problema-  fue realmente rápida y me mandaron a medicina general. Lo único que hicieron fue tomarme la temperatura: 36,8 ºC. Claro que al llegar a la atención propiamente dicha de urgencias, había una cantidad de gente brutal!!!!!

Primero me llamaron a las sala 1, para hacerme una primera valoración. Y bueno, de momento todo bien. Pensaba que me iba a derivar al otorrino, pero resulta que quería verme en 1 hora a ver como evolucionaba sin ninguna medicación. Lo que hasta ese momento no fui consciente, es que estaba tomando paracetamol de 1000mg e ibuprofeno de 600mg cada 5 horas, por lo cual es normal que al haber ido al hospital mi temperatura estuviese asi. Pero luego de las 3 horas que demoró en llegar la segunda inspección (para decepción mía, no con el otorrino), me sentía mareado, con nauseas, la cabeza me explotaba, etc. Y la doctora va y me dice: “con un paracetamol ya te puedes ir a casa”. No se que pasó, pero en ese momento me quebré. Y empezaron a salirse las lagrimas. Estas ya no eran de cocodrilo, sino de impotencia: con un paracetamol iba a mandar a su puta madre a casa, aunque por morderme la lengua para no decirselo, al final termine llorando. La cosa es que, cuando vió mi reacción se acojono un poco: no entendría que me podía sentir tan mal. Así que me derivo rápidamente a que me tomaran las constantes vitales -a ver si tenía sentido alguna de mis lagrimas- y alli se dió cuenta que mi temperatura era 39,5ºC  (la tensión en 12, alta para mi, pero normal para el resto de la humanidad).

Entonces ordenó una serie de pruebas de sangre (nunca me habían sacado sangre de los 2 brazos a la vez para poder hacer comparativas). Y yo con mi fobia a las agujas!!! Al final, cuando iban a darme el primer pinchazo, le pedí al enfermero que ya que luego me iban a poner más cosas, que por favor instalara de una puñetera vez una vía en el primer pinchazo. Y menos mal que lo hizo!!! Aunque ni con vía me salve del segundo pinchazo jejeje. Y además tuvo la delicadeza de mandarme al otorrino.

Luego de extraerme el equivalente a 12 tubos de sangre, me mandaron a una sala a esperar a que me citara el otorrino: no querian darme nada que pudiese alterar el diagnóstico del otorrino. Una hora despues, yo seguía con 39,5 de fiebre, el otorrino me manda llamar, asi que viene el celador para llevarme en silla de ruedas al otorrino. Al principio, con la primera auscultación, el otorrino opinó lo mismo que la doctora de medicina general: paracetamol y antibiótico y para casa. Pero claro, yo pedí que me revisara bien la garganta y entonces apareció:  mi amigo el fibrolaringoscopio -es como un endoscopio para el otorrino. Para quienes no sepan que es, les dejo una imagen:

Al ver mi garganta por dentro, entonces la cosa cambió: se dió cuenta que tenía que atacar rápidamente mi infección sino las complicaciones harían que volviese a urgencias en un par de días y con un cuadro mucho mas complicado. Asi que, a partir de ese momento, me devolvió a urgencias para que me pusieran de todo un poco: 2 antibióticos distintos, cortisona, paracetamol, suero (es que tenía hambre.. y lo pedí, porque no había comido nada), etc.

Se acojonaron un poco cuando despues de ponerme paracetamol en vena, mi fiebre sólo bajo de 39,5ºC a 38,4ºC. Así que optaron por ponerme un chute de nolotil -en vena claro- y luego otro chute de paracetamol amén de un par de chutes de cortisona para acelerar la desinflamación de las amígdalas para forzar la bajada de fiebre. Y así pase la noche, con enfermeras que me despertaban cuando quitaban un bote de algo que se había terminado y me iban a poner el siguiente.

Al día siguiente

El segundo día en el Clínico San Carlos fue una desgracia. La garganta aún me dolía -me duele hasta ahora- pero es cierto que menos. Y la fiebre estaba controlada gracias al paracetamol que me estaban chutando. Pero la revisión la hizo otro médico, una otorrino, y fue un completo desastre -al menos para mis intereses. Solo me hizo abrir la boca, vio mi garganta roja y dijo: a casa!! Yo, me quede indignado, pero estaba aun adormilado así que no proteste. Le pedí ver los resultados de mis análisis de sangre, y tampoco fue capaz de mostrármelos!!! Eso me molesto, pero bueno, dije, ya los pediré en urgencias, lo principal era salir de la sala de curas y dejar de ver a esa tipeja. Y ni siquiera fue capaz de darme ella el alta médica y explicarme el tratamiento que vendría después. Lo mandó para que me lo entregara una enfermera. ¡¡¡De lo peor!!!

En urgencias, menos mal, me dieron de desayunar. Ese fue el único detalle de la otorrino, que antes de irme a casa me permitiesen comer algo, que comiese algo sólido que llevaba 2 días sin comer nada.

El Alta

Después de desayunar y antes de irme a casa, me pusieron el último chute de antibiótico, imagino que para que no vuelva por urgencias del hospital hasta dentro de unos días. Le hice una pregunta sobre otra cuestión a una enfermera, y está se lo preguntó al médico interino de urgencias. La respuesta, una tontería como la copa de un pino. Lo siento por el interino, pero estaba cabreado con la otorrino, asi que mi respuesta fue super-borde. Educada, como no podía ser de otra forma ante la opinión médica de un médico descerebrado. Lo felicité, irónicamente claro, por dar con ese tono tan prepotente un diagnóstico tan rotundo sin conocer los antecedentes ni haber evaluado la situación y que con respuestas así era normal que fueran incapaces de acertar a la primera. El rojo de su cara fue de mi completa satisfacción (por detrás creo que las enfermeras cuchicheaban algo sorprendidas por mi respuesta, pero yo estaba deleitándome en su cara). Y cuando estaba empezando a responderme, todo airado le corte en seco: “Ya he escuchado su primer diagnóstico, como para perder mi tiempo con usted en escuchar un segundo diagnóstico cuando ya estoy de alta. Mi consulta ser la haré a mi médico de cabecera usted tranquilo”. Juas.. que cara!!! Se fue histerico y se perdió por alli. Seguramente mordería el estetoscopio para calmarse de no haberme dado 2 ostias jajajaja

Después de esta lamentablemente experiencia en el Clínico San Carlos, está claro que si tengo otra gargantitis de estas, vuelvo a ir al Ramón y Cajal. La atención es mucho mejor y si te hacen una prueba luego si quieres verla puedes hacerlo. Y los médicos parecen de más experiencia. No sueltan burradas a la primera. Lo cual a veces aburre porque pueden evitar contestar, pero al menos no los escuchas y piensas “en manos de que matasanos me han puesto por dios!”. Eso si, pienso reclamar los resultados de mis pruebas diagnósticas vía LOPD, en 1 semana, cuando el resultado del cultivo de la flema de mi gargantitis este listo. Porque es inmoral que no me entreguen copia de mis pruebas diagnósticas.


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