En Madrid aún tenemos (a) Esperanza: échalos a la puta calle


El metro de Madrid sigue interrumpido. Los liberados sindicales del metro de Madrid han decidido que hoy no trabajan (cuando ellos nunca trabajan, todo sea dicho), mientras que para el jueves y viernes dicen que impondrán los criterios mínimos que ellos quieran. Eso sí, para el sabado trabajo a full-time porque el es festival del Orgullo Gay de Madrid y, claro, no se puede interrumpir la principal fiesta de la ciudad. Que ya luego el lunes verán si estos señoritos del no-trabajar y cobrar deciden mantener su huelga indefinida o si por el contrario dejan que sus compañeros, que son los que trabajan, puedan cumplir con sus contratos de trabajo.

Los huelguistas no sólo han incumplido los servicios mínimos obligatorios, sino que han impedido que otros los cumplieran a través de esa figura con tintes mafiosos de los “piquetes informativos”. El derecho de huelga, como bien saben, implica tanto el derecho a hacer huelga como a no hacerla y los piquetes para lo único que sirven es para impedir esa segunda manifestación del mismo. Pero claro los sindicalistas que no trabajan -léase liberados sindicales- no pueden permitir que el resto quiera trabajar. Han terminado agrediendo a 4 trabajadores del metro. Demostrándonos una vez más para que sirven los famosos “piquetes informativos”: esos grupos de sindicalistas que su única función es no dejar trabajar a aquellos que quieren trabajar.

Esperanza Aguirre, en tí confio

Ahora la pelota está en el tejado de la presidenta de la Comunidad de Madrid: Esperanza Aguirre. Porque esta huelga no es una huelga cualquiera. Es una huelga que le hace la izquierda en su conjunto, PSOE e Izquierda Unida incluídos, a la presidenta de la comunidad autónoma mejor gobernada y con menos déficit: Esperanza Aguirre. Los sindicatos nunca le han perdonado que sea de derechas –!es una liberal! nos dicen los sindicalistas con espanto– y que tenga unos servicios públicos de calidad, aunque podrían mejorar claro, bajándonos los impuestos.

Un conjunto organizado de liberados sindicales, a los que les pagamos el salario aunque no trabajen con nuestros impuestos, no pueden secuestrar una empresa pública y con ella al conjunto de madrileños. Al margen de la discusión sobre el papel que debería jugar el derecho de huelga en una sociedad más liberal que la nuestra, resulta claro que el privilegio de incumplir con las obligaciones laborales sin ser ni despedido ni repuesto no puede ser absoluto. ¿Qué sucedería ante una huelga total e indefinida de médicos, policías, distribuidores, transportistas o suministradores de electricidad? Probablemente viviríamos un caos que haría empequeñecer al que se vivió ayer en Madrid. Los servicios mínimos no pueden incumplirse bajo ningún concepto al amparo del derecho de huelga. Mucho menos cuando se trasviste de huelga económica lo que no es más que una huelga política contra el Ejecutivo de Aguirre.

Ha llegado el momento de hacer lo que Reagan con los controladores aéreos en 1981: comenzar a enviar cartas de despido a todos aquellos que no cumplan siquiera con sus compromisos laborales mínimos.

Mi querida presidenta: ¡tienes todo mi apoyo! La Comunidad de Madrid debe mantenerse firme y no ceder en ningún momento. Y tienes el apoyo de todos los madrileños que estamos realmente molestos con los sindicatos por no dejarnos ir a trabajar ni permitir que nos desplacemos por Madrid.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *