El oro y plata como defensores de nuestra libertad y de nuestros empleos


La civilización ha ido progresando con el paso del tiempo. Pero este avance no ha sido lineal. Hemos tenido etapas de prosperidad y otras en las que no sólo se ha detenido el avance, sino que incluso hemos ido marcha atrás.


A lo largo de la historia, hemos podido comprobar como el oro se había convertido en la moneda por excelencia: su valor se mantenía en el tiempo y permitió que la humanidad fuese avanzando. Pero desde el siglo XVIII muchos pensandores empezaron a discutir sobre si el oro era una garantía de nuestra libertad o no. Los Padres Fundadores de los Estados Unidos también discutieron sobre este tema, y llegaron a la conclusión de que, efectivamente, el oro y la plata formaban parte intrínseca de nuestra libertad porque evitaba que el Estado se inmiscuyera en nuestra vida diaria. Es por eso que en la Constitución de los Estados Unidos el oro y la plata son consideradas como monedas. Pero poco a poco, las cosas han ido cambiando en la actualidad. Han ido cambiando, porque nos hemos olvidado de las lecciones de la historia que nos demostraban las ventajas del oro como moneda estable para el desarrollo de la civilización.

Pero como decía antes, el oro y la plata como monedas restaban protagonismo al Estado. Así que los distintos estados fueron preparando el camino para abandonar el orden que nos proporcionaba el mercado teniendo como monedas el oro y la plata. Buscaron justificaciones cuasi-científicas que permitieran justificar este despropósito. Justificaciones no muy distintas de las que se dieron al final del Imperio Romano de Occidente cuando empezaron a disminuir la cantidad de oro de sus monedas, con las consecuencias que todos conocemos: La caída del Imperio Romano de Occidente.

Además, se empezó una campaña mundial buscando el desprestigio del oro como moneda. Afirman los críticos actuales que, históricamente, con el patrón oro, la economía mundial languidecía, el comercio era lento, que los avances tecnológicos y terapéuticos fueron mínimos. En una palabra: el patrón oro nunca ha funcionado. Pero saben que no es verdad: Durante el último apogeo del oro como moneda, fue durante el período de 100 años entre 1815 (el final de la las guerras napoleónicas) y 1914 (el comienzo de la Primera Guerra Mundial), cuando se desarrollaron los ferrocarriles transcontinentales, el transporte marítimo intercontinental, cuando se dieron  los los inventos claves: el inicio de la era de la electricidad, del motor de combustión interna, el inicio de la aviación, de las telecomunicaciones inalámbricas, de los X-ray, etc. La financiación estos descubrimientos y sus aplicaciones en el transporte, las telecomunicaciones y la terapéutica no habrían sido posible sin el patrón oro y la acumulación de capital que había facilitado.

Pero las cosas han cambiado. Hace 100 años, desde 1909 para ser precisos, se creó el engendro de  la moneda de curso legal. Algo que, según la propia constitución de los Estados Unidos, debería ser ilegal en ese país. No olvidemos que fue  diseñada para eliminar la coerción de trabajo por el cual  las personas pueden ser obligados a aceptar moneda inconvertible por los servicios prestados. Esa coacción, que se legalizó por primera vez en Francia y Alemania en el año 1909 -sólo cinco años antes del estallido de la Primera Guerra Mundial-, aseguraba que los funcionarios públicos y personal militar podrían ser pagados con vales, con lo que se ponía toda la fuerza laboral a disposición del gobierno con independencia de el estado del presupuesto y recaudación de impuestos en caso de guerra. El patrón oro siempre fue un aliado de la paz. Sin las leyes de la moneda de curso legal, los gobiernos no habrían sido capaces de pagar los costes de largas guerras, como ocurría con los reyes de la antigüedad, sin el aumento de impuestos y la destrucción de la riqueza de los paises en guerra. Los beligerantes se habrían visto obligados a hacer la paz, a menos que el electorado se comprometiera a pagar el derramamiento de sangre continuo y la destrucción de la propiedad. Pero sin la protección del oro como moneda, hemos visto las 2 guerras mundiales más sangrientas de la historia.

Y las cosas han ido cada vez a peor. Por vez primera en la historia, no existe ningún país que tenga su divisa anclada en algún activo físico y que sirva de dique de contención de última instancia. Esa promoción automática que habían realizado el oro y la plata de forma histórica ha quedado sustituida gradualmente por una gestión “científica” de los bancos centrales sobre el conjunto mundial de divisas, encabezados todos ellos por la Reserva Federal americana. Ningún experimento anterior realizado sobre papel moneda ha terminado bien. Por eso no son pocos los que piensan que el desarrollo de esta crisis no es otra cosa más que el comienzo de un nuevo fracaso, tal vez el más devastador.

Hay que estar preparados y estamos siendo prevenidos. Creo que es oportuno decir que no es prudente esperar y ver qué termina pasando con esta crisis, porque cabe la posibilidad de que los bancos centrales no resulevan el problema y entonces el riesgo sistémico termine provocando el colapso de algunas monedas tal y como ahora las conocemos. Es desde luego una de las posibilidades y en consecuencia no se puede descartar.

En primer lugar, además de la percepción que tenga la gente sobre el estado de las finanzas, el oro juega su papel cuando los tipos de interés reales son negativos (como es el caso ahora). En segundo lugar, hay que entender que el dinero es un medio de intercambio, de unidad de cuenta y de almacén espacio-temporal de valor. Cuando se vuelve fiduciario pierde progresivamente esos estatutos hasta dejar finalmente de ser medio de intercambio. Y eso es precisamente lo que está comenzando a observar la gente. La devaluación monetaria no es un fenómeno reciente, sino algo que opera desde antes incluso de la creación de los bancos centrales.

La libertad humana descansa en el dinero canjeable por oro

La primera pregunta que nos podemos hacer es ¿existe alguna conexión entre la libertad humana y el dinero canjeable por oro? En un primer momento podría parecer que el dinero pertenece al mundo económico y la libertad humana a la esfera política y la filosofía. Pero cuando uno se da cuenta que uno de los primeros movimientos que hicieron Lenin, Mussolini y Hitler fue declarar ilegal la posesión privada de oro, comienza entonces a deducir que tal vez debe existir alguna conexión entre el dinero, su convertibilidad en oro y ese extraño premio conocido como libertad humana. Además, tal como demostró  Lenin, la mejor forma de darle la vuelta al orden social para llevarlo hacia el comunismo era el dinero de papel, entonces queda impactado por la posibilidad una vez más de que exista realmente alguna relación entre el dinero respaldado por oro y la libertad humana.

Podría pensarse entonces, que forma parte de la naturaleza de los regímenes totalitarios la persecusión contra el oro y obligar a las personas a tener un papel que cuenta con el único respaldo del Estado: una moneda inconvertible en oro u otro tipo de activo físico y tangile. Pero ésto no ha ocurrido sólo en los regímenes totalitarios. En EEUU también ocurrió, durante unos años fue ilegal tener oro. Y desde 1971, gracias a Nixon, el dólar se volvió en una moneda inconvertible.

En un país libre las unidades monetarias descansan sobre el oro o sobre el oro y la plata, con independencia de los políticos que nos gobiernen. El dólar americano era una moneda de este tipo hasta 1933, cuando era canjeable el papel moneda por una cierta cantidad de oro, siempre según la libre elección del tenedor del papel moneda. El derecho a la convertibilidad hace que el dinero tenga un elevado grado de estabilidad. El propietario de una moneda convertible en oro o plata tiene independencia económica. Puede mover su dinero en cualquier parte del mundo, porque mantiene un valor intrínseco allí donde vaya.

Nos hemos convertido en siervos de tipos como Hitler o Stalin o Nixon porque el dinero puede ser nominado o depreciado según el deseo de sus propietarios. Esto es lo que ha sucedido en casi todos los gobiernos del mundo con la moneda inconvertible. Vemos entonces cómo el dinero de papel sin convertibilidad o fiduciario no da ninguna independencia a su propietario, sino que queda sometido a la voluntad de su gobernante. Bajo tales condiciones todos los ciudadanos pierden su libertad de movimiento y capacidad para defenderse en el futuro de las pérdidas del poder adquisitivo de su moneda inconvertible. Queda entonces dependiendo de la benevolencia de los políticos para poder conseguir su sustento diario. A no ser que sea propietario de terreno suficiente para su supervivencia, para él no existe la libertad.

Bajo una moneda inconvertible, los gastos de los estados crecerán siempre. Voy a intentar explicar un poco el por qué pasa esta situación. Existe un paralelismo entre los negocios y la política que ilustra rápidamente la debilidad política sobre el control del dinero. Cuando se quitó a la gente la capacidad de limitar el gasto público mediante la demanda de monedas de oro, automáticamente quedó desconectada la fuerte conexión que existía entre la economía y los gobiernos.

Todos los empresarios hacen negocios para conseguir dinero. Pero si su empresa no consigue beneficios, entonces tiene que cerrar. Si yo le intentara colocar un producto diciéndole que es maravilloso para sus clientes, pero explicándole al mismo tiempo que iba a tener que venderlo sin margen de beneficio o incluso con pérdidas, entonces sabe que de hacerme caso su negocio terminaría cerrado. Bueno, seguramente antes de suceder eso usted me sacaría de su oficina, quizá educadamente, pero en cualquier caso rápidamente. Porque su negocio tiene que tener beneficios.

En la política los votos tienen una importancia vital similar para cualquier candidato. Esta situación no es ideal, pero existe  porque probablemente nadie entrega su voto a quien no le convence. Hoy en día, todos los gobiernos de todo el mundo  se encuentran permanentemente asediados por grupos minoritarios que buscan sus propios beneficios a costa del presupuesto estatal. Con frecuencia esos grupos controlan un número suficiente de votos como para poder cambiar el resultado de las elecciones. De forma que los gobiernos encuentran serias dificultades para no ceder a las presiones de esos grupos. Y sin que se descubran de forma inmediata los efectos que sus acciones generarán en el futuro, suele ceder con bastante frecuencia a las presiones de esos grupos. Porque la impresión de nueva deuda parece una fuente inagotable. Además, los desorganizados ciudadanos vuelven cada día a sus hogares sin notar esos gastos añadidos, y así un día tras otro.

Lejos del poder de los gobiernos es donde se encuentra el verdadero hombre olvidado, el ciudadano que paga las facturas. No se encuentra precisamente entre los devoradores de los impuestos o las empresas que ganan millones con los gastos del gobierno. No puede gastar su tiempo intentando oponerse a los gastos federales, porque tiene que trabajar para sostener a su familia y pagar los impuestos. Pero para los beneficiarios de los cheques del gobierno los pagos de impuestos, cada vez más altos si es posible, es algo vital. Así que gastarán todas sus energías para atrapar esos ingresos.

Así se da la paradoja de que los ciudadanos nos vemos completamente desbordados por este contexto tan desigual. Mientras existía el oro como moneda poseíamos un ecualizador. Si las finanzas del gobierno no funcionaban según la idea de cada uno de lo que era correcto, tenía el derecho individual de protegerse consiguiendo oro.

Quizá podrían decir: “Esto es precisamente lo que siempre he pensado. Los políticos sólo piensan en los votos, cuando deberían estar pensando en el futuro de nuestro país. Lo que ahora necesitamos es más coraje en nuestros políticos. Si eligiéramos a políticos con más fortaleza de ánimo entonces ¡terminarían frenando el gasto!” Lamentablemente, esta idea es poco realista. ¿Por qué? Pues porque un gobierno bajo este sistema monetario de imprenta se encuentra en la misma situación que un bombero que corre a apagar el incendio sin tener la manguera conectada al hidrante. Su coraje puede ser encomiable, pero no se encuentra enganchado de forma correcta al final de la línea. Así es como ahora trabajan los gobiernos para la economía. No existe ningún engarce entre los gobiernos y sus ciudadanos que les entregue esa fortaleza. Antes de la moneda de curso legal, cuando imperaba el patrón oro en el mundo, la gente tenía una forma efectiva de mandar sobre la economía. Cuando la gente estaba preocupada por el gasto del gobierno, podían ir a los bancos, cambiar su dinero por oro y sentarse y esperar que el sentido común volviera.

Sólo hay una forma en que estas presiones sobre el gasto pueden detenerse, y es entregando la decisión final sobre el gasto público a la economía productiva de la nación. Los productores de la riqueza (los contribuyentes) tienen que adquirir de nuevo su derecho a obtener oro a cambio de los frutos de su trabajo. Esta restitución entregaría a la gente la decisión final sobre el gasto público, permitiendo a los creadores de la riqueza nacional controlar la emisión de papel moneda y bonos.

Si se restableciera el patrón oro, los gobiernos se verían obligado a poner freno a sus gastos. Y así es como funciona. Si un gobierno parece receptivo a esquemas de gastos insensatos, entonces la demanda de los ahorradores sobre el oro pasa a ser lo suficientemente importante como para retirar ese metal de las manos de nuestros representantes y guardarlo en casa. Una alarma de estas características se terminaría reflejando rápidamente en los salones del Congreso de ese país, de forma que todos los legisladores conocerían al volver a casa por los informes de los banqueros y los funcionarios del Banco Central que se estaría poniendo en peligro la confianza en las cuentas públicas. De esta forma el congreso se vería forzado a reducir los gastos con firmeza.

Si observan cómo funciona la política en la vida cotidiana, supongo que acordarán conmigo que esta acción es la única cura efectiva. El patrón oro funcionaría entonces como un sigiloso perro guardián que vigila el gasto excesivo del gobierno. Todos nuestros políticos anuncian constantemente sus esfuerzos por detener la inflación t reducir el déficit. Y eso con independencia de su cuño político. Pero hasta que no se devuelva a la gente el derecho de usar oro o plata en su comercio diario, todo ese parlucheo contra la inflación y detener un nivel de gastos absolutamente disparatado es una tontería.

Creo que es materialmente imposible describir cómo terminan todos los experimentos monetarios con papel, pues han sido muchos intentos a lo largo de la historia que han demostrado, siempre, ser un fracaso. Es mucho peor que todo eso que se ha oído hablar sobre precios elevados e inflación. Basta con recordar el caos monetario que precedió a Hitler en Alemania, en Rusia a los Bolcheviques y en otras naciones por otros gobiernos más o menos tiránicos. De hecho el papel moneda puede llevar finalmente a un país hacia el comunismo sin necesidad de ayudas exteriores. Porque cuando la moneda pierde su valor para el intercambio de bienes y servicios, entonces se desmoralizan los procesos de producción y distribución.

Si han entendido lo que le acabo de explicar entonces verá también la conexión. Pero nos enfrentamos también con que el dinero es un asunto difícil y problemático.

Nota: Gran parte de la información e ideas de como escribir ésto ha sido parafraseando al ex-congresista por Nebraska Howard Buffet (padre del inversor Buffet conocido en nuestros días) y teniendo como referencia los comentarios del profesor Antal Feteke sobre el oro como moneda.

El desempleo causado por el abandono del patrón oro

El abandono del patrón oro en 1971 está íntimamente relacionado con la gran pérdida de empleos que ha sufrido el mundo industrializado en los últimos años. La prensa financiera del mundo, donde publican sus escritos los economistas y analistas más eminentes, jamás analiza la relación entre el abandono del patrón oro y la pérdida de empleos, la des-industrialización y los grandes déficits de exportación crónicos de las potencias económicas asiáticas. ¿Será por ignorancia? No creo, pues los artículos que publica la prensa financiera más acreditada están escritos por personas muy preparadas. Parece ser, más bien, de una auto-censura para no causar el desagrado de los importantes intereses financieros y geopolíticos que están ligados con dicha prensa financiera.

Desde finales de la Segunda Guerra Mundial hasta los años 60 todos los países bien gobernados del mundo se cuidaban de mantener un equilibrio constante entre sus exportaciones y las importaciones. Todos deseaban mantener una situación donde exportaban más de lo que importaban, para poder gozar de crecientes saldos de oro en sus Tesorerías o, en su defecto, de dólares que según promesa de Washington en el “Acuerdo Bretton Woods” (1944) eran redimibles en oro por cualquier Banco Central que pidiera oro a cambio de sus dólares. El único país que rompía esta regla era Estados Unidos.

A EEUU no le preocupaba un ápice mantener su equilibrio entre exportaciones e importaciones, porque podía (gracias a Bretton Woods) pagar sus déficit en exportaciones por el simple expediente de enviar más dólares en pago a sus acreedores. Como únicos creadores de dólares, EEUU tenía una ventaja muy grande sobre el resto del mundo porque podían pagar sus cuentas con dólares (redimibles) que ellos mismos creaban.

Pero el cambio de dólares por oro dio por resultado una pérdida constante de oro americano. Algunos países como Francia insistían en redimir sus dólares por oro, a razón de $35 dólares por onza. EEUU no hizo nada para frenar la pérdida de oro. En los primeros meses de 1971 Henry Hazlitt (un buen economista clásico) predijo que el dólar tendría que ser devaluado. Explicó cómo tendría que ser necesario aumentar el número de dólares que se requerirían para obtener a cambio una onza de oro del Tesoro americano. Pocos meses después de su advertencia reventó la presa y en agosto de 1971 EEUU se vio ante la necesidad de devaluar, porque la cantidad de oro en sus reservas había disminuido de forma peligrosa.

Lo que nunca se imaginó Henry Hazlitt fue que en lugar de devaluar (que era el consejo del Premio Nobel de economía Paul Samuelson publicado la semana anterior al 15 de agosto de 1971), el Presidente Nixon siguiera el consejo de Milton Friedman y declarara que a partir de ese día EEUU no iba a cambiar los dólares de los bancos centrales del mundo por oro a ningún precio. Así que EEUU unilateralmente violó su pacto hecho en Bretton Woods. Y, en efecto, esto constituyó una quiebra financiera. Las consecuencias de lo que ocurrió aquel día fatídico han descarrilado todo orden y armonía en las relaciones económicas entre los países, además de haber facilitado y hecho posible la expansión del crédito en todo el mundo. Pues los dólares exportados por EEUU fueron a dar en parte a las reservas de los bancos centrales de todos los países. A partir de esa fecha todo el comercio mundial (o la mayor parte, pues hoy compiten con el dólar el euro, la libra esterlina y en pequeña proporción el yen japonés) se lleva a cabo con dólares que no son más que dinero fiduciario, dinero ficticio. Como todo el resto de las monedas del mundo estaban ligadas al oro a través del dólar, sucedió que simultáneamente todas las monedas del mundo se volvieron al mismo tiempo dinero fiduciario, dinero ficticio sin respaldo alguno.

Los Bancos Centrales comenzaron a acumular más y más dólares a medida que la expansión de crédito en EEUU se desarrollaba implacablemente. El resto del mundo tuvo que acumular dólares en sus reservas aunque no quisieran, porque no tener suficientes dólares en sus reservas, o tener reservas que no crecían (o peor, tener montos descendientes de reservas) era entonces señal para que los especuladores monetarios atacaran al país y destruyeran su moneda mediante devaluación.

Como la pérdida de oro dejó de ser un factor limitante ya no hubo restricción alguna sobre la expansión de crédito. El gran flujo de dólares en todo el mundo alentó la expansión del crédito mundial, que no concluyó hasta 2007. La casta de la gran banca internacional siempre quiere obtener mayores utilidades y siempre quiere expandir el crédito que otorga para lograrlas. Desde 1971, sin el freno de tener que pagar cuentas internacionales con oro (o con dólares redimibles en oro), se desató una creación desbocada y continua de crédito y más crédito. ¡Preciosos años para los americanos!

EEUU, que pagaban al mundo con los dólares irredimibles y sin valor intrínseco que ellos mismos creaban, animaron a todo el mundo para que adoptara el “libre comercio” y la “globalización”. EEUU podía así comprar en cualquier parte del mundo, en cualquier cantidad y a cualquier precio cualquier cosa que se le antojara. A partir de los años 90 su déficit comercial se volvió asombroso, pero nada se hizo para reducirlos sino que cada año creció más. ¡Abajo tarifas de importación! ¡Libre comercio! se gritaba. Era el precioso y halagador panorama de un mundo globalizado, donde no existían las fronteras, donde todos podrían comprar y vender sin límites y donde quisieran. ¡Qué años de optimismo por la globalización!

El libre comercio es indudablemente un beneficio para la humanidad en general. Es bueno poder comprar donde es más barato. Hay países que gozan de situaciones favorables para la producción de ciertas cosas. Cada país debe producir las cosas en las que tiene alguna ventaja sobre los demás. De esta forma todo el mundo se beneficia de las cosas buenas que cada país puede ofrecer. Es una doctrina bella y sana, pero existe un detalle muy importante: la doctrina del libre comercio se elaboró para un mundo donde se pagaba con oro. Cuando se elaboró la doctrina del “Libre Comercio” y de las “Ventajas Comparativas de las Naciones” no se podían imaginar los economistas de aquella época un mundo en el que no se usara oro, sino dinero fiduciario creado a voluntad por un solo país. La “globalización” de los años 80 y 90 y hasta la fecha se basa en las ideas del “Libre Comercio”. Sin embargo, sin el patrón oro que existía cuando se elaboró esa doctrina la “globalización” tuvo resultados totalmente funestos, que han causado la des-industrialización de Occidente y el ascenso al poder de Oriente.

En las décadas anteriores a 2007 se creó una inmensa flota de barcos cargueros que navegaban con destino a EEUU y a Europa y, en general, a todo lo que llamamos “occidente” llevando todo tipo de productos baratos y buenos producidos en Asia. La inundación fue tal que las fábricas de Occidente tuvieron que trasladarse a Asia para emplear mano de obra más barata y poder seguir vendiendo sus productos en Occidente. Industrias destruidas  para nunca más resucitar, porque la competencia China las mató. Y occidente se encontró con un gran problema: son incapaces de fabricar cualquier producto con utilidad en sus territorios.  Es muy difícil hallar un nicho para alguna manufactura. El traslado de fábricas a Oriente para aprovechar sueldos más bajos causó desempleo donde cerraron las fábricas locales. Por la misma razón es lenta o nula la creación de empleos.

Es por esto que finalmente España se ha convertido en una economía de servicios. La industria ya no es lo principal. Por eso se ha dicho de Grecia que producen aceite de oliva y turismo y punto. Se des-industrializó EEUU, colosal potencia al terminar la Segunda Guerra Mundial y en cierta forma garante de las libertades individuales como las conocemos en occidente. ¿Qué harán ahora los países desarrollados para crear empleos? ¿Todos los americanos van a ir a comer a los restaurantes que todos van a abrir? ¿Todos van a abrir lavanderías para lavar la ropa del vecino, que también tiene lavandería?

Bajo el patrón oro era del conocimiento de todos los que participaban en el comercio internacional que sólo era posible venderle a un país que vendía algo a su vez. No era posible comprarle a un país que al mismo tiempo no comprara. El comercio se balanceaba naturalmente por esta restricción. No eran posibles los “desajustes estructurales” como hoy en día.  Como cada operación se pagaba con oro, con el resultado que existía un equilibrio basado en una realidad económica. Como había equilibrio en las relaciones comerciales mundiales, una cantidad relativamente pequeña de oro servía para ajustar la balanza comercial mundial. El centro financiero mundial que funcionaba como una ”Cámara de Compensación Mundial” era Londres. Unos cuantos cientos de toneladas de oro bastaban para las necesidades de esa “Cámara de Compensación”. Por eso la escasez de oro no es excusa válida para desacreditar al Patrón Oro.

Tomemos un ejemplo. En 1930 EEUU podía vender muy poco a China, porque los chinos eran muy pobres y no tenían poder de compra. Como EEUU vendía muy poco a China, al mismo tiempo podía comprarle muy poco. Aunque el precio de los productos chinos era muy bajo, EEUU no podía comprar mucho a China porque China no compraba a EEUU. China era muy pobre y no podía comprar los productos americanos. Así estuvo nivelado el comercio entre China y EEUU por la necesidad de pagar con oro el saldo de las transacciones. Tenían que equilibrarse. No había posibilidad de “desajustes estructurales”. Bajo el libre comercio con el patrón oro, la mayor parte de las transacciones no requería el traslado de oro para saldar las operaciones. Los bienes intercambiados se pagaban mutuamente y sólo pequeños remanentes tenían que cubrirse con oro, de ahí que éste pudiera actuar en una cámara de compensación y por eso el comercio internacional se limitaba por el volumen de compras mutuas entre las partes. Por ejemplo, la seda china pagaba la importación de alguna maquinaria americana y viceversa.

El patrón oro imponía orden y armonía. Si el Presidente Nixon no hubiera “cerrado la ventana del oro” en 1971 el mundo de hoy sería muy distinto. China habría tardado un siglo o más en alcanzar el nivel que ahora tiene. Porque China no podía comprar mucho a EEUU al ser pobre. Por lo tanto China no podía vender mucho a EEUU.

El origen de estos males tiene como origen el haber destruido el patron oro, que para el comercio internacional tenía las siguientes características:

  • límite a la expansión de crédito y a la creación de dinero
  • medio de pago de deudas internacionales

Al eliminar EEUU el oro del sistema monetario mundial podían “pagar” todo con dólares. Y sin el patrón oro como limitante podían crear los dólares ex nihilo y sin límite. Así, a partir de los años 70 EEUU comenzó a comprar a Japón cantidades enormes de productos de excelente calidad, al mismo tiempo que los japoneses decían con orgullo: “Japón vende, pero no compra”. Esto habría sindo imposible bajo el patrón oro, pero bajo el patrón del dólar fiduciario perfectamente posible. Los japoneses se convirtieron en gigantes de la producción. Su país en una isla convertida en fábrica. Así Japón acumuló enormes reservas en dólares que le enviaba EEUU a cambio de productos japoneses. Así comenzó la des-industrialización de EEUU. Compras sin límite a Japón porque se pagaba con dólares cuya creación era ilimitada. El equilibrio que había impuesto el patrón oro desapareció y el desequilibrio tomó su lugar.

EEUU se embarcó en una gran y larga expansión de crédito. A medida que se des-industrializaban y desaparecían los empleos altamente remunerados de la industria se fue sustituyendo la falta de ingresos con el acceso al crédito, impidiendo visualizar el estancamiento en el ingreso per cápita. El crédito al consumo alentó las importaciones de Asia y fomentó aún más la des-industrialización. La gran expansión de crédito americana fue posible gracias a que se había abandonado el patrón oro, que era lo que frenaba la expansión de crédito del sistema bancario. No es coincidencia que algunos analistas muestren que en términos reales el trabajador americano no ha tenido un aumento real en sus ingresos desde 1970.

Ahora la situación es mucho peor. Con una población de mil trescientos millones, China se ha vuelto una potencia temible. No hay quien pueda competir con China en precio. China vende enormidades al resto del mundo sin que el resto del mundo le pueda vender por cantidad similar. Y lo puede hacer porque hoy se “paga” el saldo deficitario no con oro, sino con dólares o euros o libras esterlinas o yenes, que nunca escasearán. Se crean a voluntad por EEUU, por el Banco Central Europeo, por el Banco de Inglaterra o por el Banco de Japón.

Se ha creado un monstruo indomable a consecuencia de haberse eliminado el patrón oro, que ponía límites como el siguiente: “sólo le puedes vender a quien te vende. Sólo le puedes comprar a quien te compra”. Esto ya no opera. Todo es desarreglo, desigualdad y desequilibrio. Todo es “desajustes estructurales” porque ya no hay patrón oro. La fiesta de la expansión de crédito ha llegado a su fin y en su lugar tenemos una crisis financiera mundial.

Ahora el problema de los “desajustes estructurales” y de la des-industrialización y el desempleo que ha generado en los países que fueron países industrializados toma mayor importancia cada día que pasa. ¿Qué se hará con las masas de hombres y mujeres sin empleo? Nadie sabe la respuesta porque la respuesta no agrada: la corrección de los “desequilibrios estructurales” y la re-industrialización (es decir, la creación de nuevos empleos) radica en el restablecimiento del patrón oro a nivel mundial.

La “globalización” tan elogiada por la prensa financiera de años recientes se ha convertido en la peor pesadilla imaginable. Ya no es posible mantener a los desempleados con dádivas a cargo del Estado. El Estado ya está cerca de la quiebra. La Naturaleza se venga así de quienes osan violar sus leyes al querer imponer dinero ficticio al mundo.

¡El patrón oro es el generador y protector de empleos!

Nota: No podría haber escrito esta sección sin el excelente artículo escrito en qmunty.com sobre que la mejor reforma laboral que podríamos tener sería volver al patrón oro.

Un futuro incierto

La enfermedad del papel moneda ha sido un hábito placentero hasta el momento presente. Y no se va a dejar de forma voluntaria, de igual forma que un drogadicto no dejará su adicción si no es mediante narcóticos. Pero en ambos casos el final del camino no es una opción que pueda nadie desear.

Cuando hablaba sobre el por qué la libertad humana descansa en el oro, he comentado brevemente la incapacidad que tienen los gobiernos para resistir las presiones sobre el gasto. Pero en épocas de crisis como las actuales, dejo a su imaginación lo que podrían llegar a hacer los gobiernos al verse superados por la realidad. Nos anunciarán 80 mil propuestas para reducir los gastos de los Estados y mantener la inflación a raya. Y todas estas propuestas parecerán estar bien. Pero no son realistas bajo nuestro sistema monetario sobre papel.

Hasta ahora, siempre que he leído sobre los sistemas monetarios sostenidos sólo sobre papel moneda inconvertible, o sobre el valor de la moneda por la cara dibujada en la misma (sin respaldo en oro), han terminado colapsando todos sin excepción, provocando el caos económico.  No puedo encontrar ninguna evidencia que apoye a nuestro sistema monetario de papel para que termine de forma distinta a los anteriores experimentos similares realizados en otros sitios y en otras épocas. Históricamente, las crisis de monedas irredimibles han terminado en guerras y la reglamentación implacable será la perversa alternativa a nuestros conflictos domésticos. Esta fue precisamente la forma como la economía de papel moneda condujo hasta Hitler y hacia otros dictadores semejantes.

La entrega de dólares (o de euros, libras o yenes) no constituye pago. Los dólares y todas las monedas del mundo, siendo ficticias, no tienen valor en sí mismas. Legalmente son títulos de deuda emitidos por la Reserva Federal de los EEUU. Pero una deuda no se puede pagar mediante la entrega de otra deuda.  Desde hace mucho tiempo las personas perspicaces han atesorado bienes tangibles de una u otra forma. Llegado el momento, este movimiento de los indivíduos hacia los bienes tangibles podría llegar a ser una estampida general a no ser que se tome pronto alguna acción correctora.

China y todos los grandes exportadores asiáticos se han dado cuenta tarde que los dólares con los que les “pagaron” sus exportaciones masivas son dígitos en computadoras americanas y nada más. Si los chinos no cooperan, la banca en Nueva York borra los dígitos en media hora y China se queda sin reservas. Por eso los chinos y los asiáticos en general están comprando oro y seguirán comprándolo indefinidamente porque las computadoras no pueden borrar unas reservas de oro.

La eliminación del patrón oro que efectuó Nixon ha resultado el mejor regalo estratégico posible de parte de EEUU a China y a Asia. Ahora China tiene una base industrial colosal que hubiera tardado siglos en construir. Mientras que EEUU se quedó sin fábricas y sin posibilidad de volver a sus antiguas glorias. ¡Fatal destino el de EEUU y para el sistema de libertades de Occidente!

En la gran crisis financiera mundial que vivimos de dinero ficticio es probable que los países del mundo se encierren en el proteccionismo. Serán precisamente los mismos países que enaltecían la “globalización” hace poco. No es óptimo, pero es una de las posibles salidas a la desesperada al no saber los gobiernos que hacer ni tener el elemento monetario que sirve de extintor final de la deuda y que obliga a los gobiernos a mantener unas finanzas ordenadas: el patrón oro. El proteccionismo limita la eficiencia de la producción y un mercado limitado conlleva menor eficiencia. El surtido de bienes a los que tendrá acceso la población será más limitado y probablemente de calidad menor y precio ¿mayor?. Los gobiernos se verán obligados al proteccionismo, justificando sus decisiones en la des-industrialización salvaje que han sufrido sus economías debido al abandono del patrón oro. Mientras tanto, ni la demagogia ni el socialismo nos sacará de los problemas. Únicamente el patrón oro podrá hacerlo.

Los productos de China y de Asia en general que hoy destruyen nuestra capacidad industrial y crean desempleo porque no podemos competir con los bajísimos salarios de Oriente dejarían de ser problema bajo el patrón oro. Si los países de Oriente que hoy invaden nuestros mercados no nos compraran cantidades similares de productos producidos en Occidente (cosa que hoy no hacen) entonces no podrían exportar a Occidente sus productos. El patrón oro nivelaría justamente las exportaciones con las importaciones, impidiendo la destrucción estratégica de nuestra industria y nos protegería de forma natural, sin necesidad de barreras proteccionistas.

Los “acuerdos bilaterales” de comercio no son lo óptimo. Lo óptimo es tener al mundo como mercado, donde el pago de lo exportado está nivelado a lo importado y el saldo final se paga en oro. El pago en oro de los déficits y el cobro en oro del superávit es sine qua non.

A muchos economistas les parece perfectamente aceptable que se haya eliminado el patrón oro. Todavía no ven, o no quieren ver, que está operando la famosa “Ley de Consecuencias Imprevistas”: la enorme ventaja que obtuvo EEUU al poder pagar productos sin límite con dólares irredimibles se tornó en la fatal causa de la destrucción industrial de EEUU y de Occidente en general: “el pecado llevó su propia penitencia”. La mayoría de los oponentes a la acuñación libre de oro dicen que no es el momento adecuado. Otros añaden que se terminaría produciendo una huída hacia el oro y las reservas terminarían quedando exhaustas. Pero este último argumento pone precisamente el dedo en la llaga. Si existe tan poca confianza en nuestra moneda que la restitución del oro monetario podría llegar a agotar las reservas, entonces urge que actuemos lo más rápido posible. Nunca podrán ponerse en orden las finanzas globales hasta que los gobiernos no sean forzado a hacerlo. Haciendo que nuestro dinero vuelva a ser canjeable por oro se creará automáticamente esa coacción sobre lo público.

A no ser que quieran someter a sus hijos y a nuestro país a una esperial de delación-inflación  galopante, a la guerra y a la esclavitud, entonces deberán apoyar el restablecimiento del oro como moneda mundial para que no pierda su empuje. Porque si queremos que sobreviva la libertad humana tendremos entonces que ganar primero la batalla por el restablecimiento del dinero honesto, del patrón oro tal como lo establecía Adam Smith con la Doctrina de los Real Bills.


2 respuestas a “El oro y plata como defensores de nuestra libertad y de nuestros empleos”

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