El oro empieza a dar sus primeros pasos como moneda otra vez


Mientras gran parte del mundo se está lanzando a una guerra de divisas en un desesperado esfuerzo por reflotar sus economías, el oro vuelve abrirse paso de forma espontánea como moneda de uso mundial. Este fenómeno no es debido sólo a las declaraciones que ha realizado recientemente Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial. Sus declaraciones, en la que ponía en relieve que pueda retomarse el patrón oro como moneda, es sólo una consecuencia más de que la realidad está superando a la ficción de las monedas de curso legal como tenemos actualmente: las llamadas “monedas de curso legal” ó  “legal tenders”.

Aunque durante años llevan engañándonos y repitiéndonos una y otra vez que el oro es “una bárbara reliquia”, lo cierto es que el oro nunca ha dejado de tener un papel importante en la economía. Suiza, que mantenía una exigencia de que el 40% de su moneda estuviese respaldada en oro, fue el último país que abolió su ligazón a dicho metal hace apenas una década. Pese a ello, los bancos centrales siguen guardando una parte importante de sus reservas en este metal (aunque el ex-ministro de economía español Solbes haya vendido cantidades inmorales de nuestras reservas de oro). Adicionalmente, se puede comprobar que sigue siendo un elemento importante como forma de canalizar el ahorro, especialmente en épocas de incertidumbre como la actual, hecho que se puede verificar consultando la subida que ha experimentado la cotización del oro en los últimos meses.

Las leyes de moneda de  curso legal, representan una alianza impía (por no decir conspiración) entre el gobierno y los bancos, que de momento no ha sido derogada. Los gobiernos han llegado a adorar las competencias adicionales que han adquirido a través de pretextos falsos y los bancos estaban felices de tomar el soborno. Ellos cambiaron su lealtad a sus clientes por la lealtad al gobierno. A cambio del privilegio de crear depósitos bancarios, sin la restricción de una reserva de oro, como fue el caso antes de 1909,  los bancos estaban dispuestos a comprar todos los bonos del gobierno que no han encontrado compradores dispuestos en la mercado de bonos. “Tú me rascas la espalda, yo te rasco la tuya.” Esta conspiración todavía continúa bajo un nuevo “contrato social” en el que soborno y el chantaje ha sustituido a la cooperación voluntaria.

Una de las mayores cesiones de nuestra libertad, aunque no hayamos sido conscientes de este hecho, ha sido el abandono del patrón oro, dejando que el dinero sea fijado arbitrariamente a través de los bancos centrales públicos o privados (como el de EEUU). Una cesión de la soberanía democrática sin precedentes en la historia, que les permite actuar contra el propio bien común de la sociedad provocando inflación, recurrentes ciclos expansivos y sucesivas depresiones económicas gracias a la reserva fraccionaria que imponen por normativa.

Ya hablaba en el anterior artículo «El dinero fiducitario en agonia lucha contra el oro»que las monedas de curso legal (conocidas también como la moneda irredimible) no es algo nuevo en la historia de la humanidad. Los gobiernos y su clientela de bancos han tratado, durante cientos de años, de injertar este repulsivo y degenerado bastardo en el organismo vivo de la sociedad. No es casualidad que todas las dictaduras comiencen limitando el acceso de las personas al oro. No importa si son dictaduras de izquierdas o de derechas, la cosa es quitarle al pueblo el poder de controlar al Estado.Y como nos recuerda Antal Feteke, uno de los más prestigiosos monetaristas sobre el oro, el resultado final ha sido siempre el mismo: el organismo sano rechaza en su momento al anormal implante.

El patrón oro es un requisito previo indispensable para la libertad. Sin él los individuos están indefensos frente a la constante y permanente violación del gobierno y de los bancos a sus derechos de propiedad. El derecho a solicitar oro a cambio de billetes o depósitos bancarios va mucho más allá del mero intercambio de una forma de dinero por otro. Es la única manera de controlar el poder ilimitado del gobierno que se manifiesta con la creación ilimitada de depósitos bancarios. La combinación del poder gubernamental con el poder de los bancos para crear depósitos es especialmente peligrosa para la libertad de las personas, debido a la doble moral que significa. El gobierno exime a los bancos de los efectos de la ley contractual a cambio de que los bancos concedan el trato especial acordado a la deuda pública del gobierno. Y muchos economistas pelean ahora para darles aún más poder a estos banqueros centrales para que sigan haciendo de las suyas. Estos economistas bien remunerados por los bancos tienen todo el derecho a querer ser robados y saqueados. Pero no tienen ningún derecho a hacer de abogados para que el resto de los mortales sea engañado por los siglos de los siglos, mediante esta cruda forma de saqueo.

Pero como decía, la realidad supera siempre a la ficción, aunque sea creada por los Estados. Como los principales bancos centrales están demostrando una gestión de la crisis que raya el paroxismo y un celo excesivo por determinadas corporaciones bancarias contra el resto de agentes económicos, en algunos mercados los participantes están observando que la deuda pública o incluso el propio efectivo podría estar dejando de ser un colateral adecuado a largo plazo sobre las operaciones de crédito y las transacciones de materias primas. Esto es, precisamente, lo que está sucediendo en algunos mercados Over The Counter (OTC).

Para quienes no lo sepan, los OTC son mercados de materias primas, divisas y activos financieros principalmente, que funcionan al margen de las tradicionales bolsas comerciales y no tienen una localización física. Sus operaciones se realizan a través de redes de telecomunicación, sin un órgano de compensación y liquidación que asegure el cumplimiento de los contratos y mediante “market makers”, es decir empresas que poseen los activos financieros que se negocian directamente entre las partes mediante los tradicionales ask y bid.

Pero los nuevos desarrollos de la crisis parecen haber provocado que las contrapartes no acepten con tanta confianza deuda pública y efectivo, de forma que algunos podrían estar pidiendo que las operaciones se colateralizaran con oro. Este hecho en apariencia tan nimio, tiene una importancia enorme porque supondría que los agentes económicos estarían rescatando a los metales preciosos como activo monetario. Y es que, poner como colateral al oro en una transacción sin clearing o compensación supone reconocer de facto que el metal amarillo ya ha pasado a tener una liquidez superior al propio dinero de curso legal emitido por los bancos centrales y la deuda pública y privada que lo respalda.

De momento, quien ha anunciado que va a aceptar oro como colateral a partir del 22 de noviembre ha sido el Intercontinental Exchange (ICE), uno de los mercados de futuros electrónicos más grandes del mundo. Esto lo hizo público mediante nota de prensa el 8 de este mes.

Otro caso es el de CME Group, que es el mercado mundial líder en transacciones de derivados. El año pasado permitió que 200 millones de dólares en oro fueran empleados como colateral en los margin requirements como alternativa a los títulos de deuda y las acciones. El metal era almacenado en las cámaras del JP Morgan Chase de Londres.

Bernanke se arriesga a algo peor que una depresión

El nuevo dinero que ha decidido crear la Reserva Federal, no olvidemos nunca que es el Banco Central de los Estados Unidos y que es una empresa PRIVADA porque sería inconstitucional en los Estados Unidos tener un banco central público que mantenga una moneda distinta al oro y la plata,  seguirá las leyes de la gravedad y fluirá hacia el mercado de bonos, que es donde está la fiesta. La especulación libre de riesgos en bonos reforzará la espiral deflacionista hasta que llegue el agotamiento final: la economía colapsará como un globo al ser pinchado. En vez de hiperinflación y de la destrucción del dólar, lo que tenemos es deflación y la destrucción de la economía.

El colapso financiero y económico de los tres últimos años debe verse como parte de la progresiva desintegración de la civilización occidental, que empezó con el sabotaje gubernamental del patrón oro en la primera parte del siglo XX. Ben Bernanke, que debería haber sido despedido por el nuevo presidente el día después de su inauguración por haber causado un daño irreparable a la república norteamericana, puede, al final, tener el honor de administrar el golpe de gracia a nuestra civilización.


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