No se por qué, pero siempre que voy a Lima, termino pasando una aventura que normalmente tiene su parte no agradable. El año anterior, que se casaba mi hermana, me había quedado dormido y si no es por Dani, ¡no hubiese llegado a la boda! Eso sí, me costó 50 eurazos en concepto de sobrepeso de una maleta que no pesaba de más, pero que la recibían cuando ya habían cerrado la facturación del vuelo. Total, que eran 50 euros contra no viajar en la fecha indicada: a pasar la visa y ya se pagará.
Este año, había preparado todo para evitar tener un disgusto. Había hecho la maleta el sábado, al despertarme de una reparadora siesta, y sólo había dejado pendiente el comprar unas vitaminas para el domingo. En principio, iba a ser imposible tener un contratiempo. Pero claro, un contratiempo conmigo no es improbable, y más si es un viaje a Lima. Ocurrió el domingo. Me duché y dejé todo listo a los pies de la maleta y bajé a la farmacia para irme a buscar las vitaminas. Ya me había puesto el vaquero con el que iba a irme a Perú y metí el móvil adicional que tengo en casa para tener un teléfono en el bolsillo, porque los otros seguían en el vaquero sucio. 10 minutos antes de salir, me quede conversando un ratin con mi uno de mis compis de piso. Total, faltaban aún 5 horas y tenía tiempo para todo.
La sorpresa fue cuando cerré la puerta de casa: descubrí que en vaquero sucio había dejado también las llaves de mi piso. Me reí y me dije: «qué tonto, suerte que está mi compañero de piso con el que había hablado hace 10 minutos». Pero no contaba con que mi compañero de piso también había salido.
Así que me encontré fuera de casa, a 4,5 horas de viajar, sin pasaporte, sin maleta y sin poder entrar en casa. Al final, para tranquilizarme, fui a la farmacia (que fue el motivo original por el que salí de casa). En el camino, gracias a que tenía un móvil, llamé a Dani para contarle lo que me pasaba. ¡Qué risas! Daniel no paraba de descojonarse y de decirme que lo que no me pasa a mi, no le pasa a nadie.
Compré las vitaminas que había pedido y me puse a fumar como chino en quiebra, y tomandome un café porque se me había secado la garganta de la preocupación (sí, tenía los huevos de corbata.. ejem)
Me llamó Lorilor para descojonarse de mi situación (y se escuchaba por detrás a Dani sin parar de reir), y diciéndome que llamara a la que se encarga de los alquileres, porque podría darme los móviles de mis compis de piso. Pero era domingo y no era mi “movil de trabajo”. Para Amparo era sólo un desconocido que la llamaba un domingo así que no contestó. Y ya faltaban sólo 4 horas para que saliese mi vuelo a Lima.
Gracias a Dios, apareció mi otro compañero de piso que volvía a casa a cenar: Me abrió la puerta y subimos y salí disparado hacia el aeropuerto.
Las consecuencias no han sido muy graves, sólo me he olvidado los zapatos para el traje. En fín, me lo tomo como lo que es: la experiencia de este viaje a Lima. Y espero que en el futuro ya no me pasen estas cosas, porque la verdad me jode y mucho.
Saludos a todos desde Lima