Las aventuras en la Cumbre de Copenhague por el Cambio Climático de López de Uralde, Director de Greenpeace España


El día de hoy, al parecer, regresa a España luego de salir de la cárcel de Dinamarca Juan López de Uralde, director de Greenpeace España. Ha pasado 21 días de prisión preventiva por haberse colado en la cena de Jefes de Estado y de Gobierno ofrecida por la Reina Margarita durante la Cumbre del Clima en Copenhague.

Ahora que sale de la cárcel viene con la brabuconada de “Volvería a hacerlo 1.000 veces“. Tan acostumbrados están en España los ecolo-jetas de abordar barcos o cometer sabotajes sin que les pase nada, que se encuentran muy sorprendidos de que en Dinamarca, país donde las causas ambientalistas tienen gran apoyo, los hayan metido a la cárcel por tres posibles delitos: suplantación de un cargo público (con una pena de dos a tres meses de prisión), falsificación de matrícula diplomática (de dos a tres meses) y allanamiento de morada con la agravante de que se trata de una sede de la Corona de Dinamarca y estaba presente la Reina (hasta seis años de prisión), tal como menciona el diario El País.

Este hecho, qué decir, tiene desconsolados a los ecologístas españoles. Pero como bien recuerda el embajador de España en Dinamarca, Melitón Cardona, no hay que sorprenderse por este asunto. Según los comentarios del embajador recogidas en El País “A mí no me sorprende porque, aunque los daneses tienen una reputación, luego tienen una dureza extraordinaria en ejecutar sus leyes sin contemplaciones“.

Y es que, los ecolojetas no lo tienen tan fácil en el mundo civilizado, y van puteando y trinando contra el sistema judicial danés por haberlos encarcelado (¡a ellos, que son tan buenos!), y por las condiciones casi infrahumanas de su encarcelamiento, y el trato recibido, que califican de desproporcionado. Fuente del gobierno español, preocupado por el encarcelamiento de los ecolojetas, han dicho a Efe que el Gobierno ha realizado todo tipo de gestiones consulares para conseguir la liberación de López de Uralde.

Los “hechos desproporcionados” a los que hacen mención, están muy bien explicados por el artículo de Raúl Vilas en Libertad Digital. Se quejan, como menciona este periodista, porque los familiares los han encontrado con el pelo largo y un poco más delgados. Al parecer, se quejan del deficiente servicio de peluquería y catering de las cárceles danesas, que no pueden compararse con los mismos servicios de calidad que ofrece El Corte Inglés.

También se quejan de que en las cárceles danesas, las celdas no son muy grandes y las ventanas son estrechas. Serán que buscaban un loft para cada recluso en las cárceles de Dinamarca y no lo pudieron encontrar!. Además debe ser un delito de lesa-humanidad que en las cárceles no hayan grandes ventanales que dejen pasar una adecuada iluminación y tener una visibilidad apropiada al paisaje de ese precioso país. Además, ¡los han mezclado con presos comunes en la cárcel!

Otra muestra del supuesto “maltrato”, es que no han dejado que a los pobres ecolojetas les hayan llevado una tableta de turrón de chocolate. Han revisado exhaustivamente a sus familiares para evitar que les pasen comida. ¡Qué inhumanos, sin turron en navidad! Además, según se queja el propio López de Uralde “Teníamos muy poca información del exterior, sólo las visitas del abogado y cuando se podía”. Vaya, se queja de que no les dejaban utilizar el móvil ni tenían telefono fijo en las celdas para tener contacto con el exterior. ¡Qué crueles!

Personalmente, me alegro de todos aquellos que salen de las cárceles. Y me alegro por tanto que el Director de Greenpeace España, Juan López de Uralde, haya salido de la cárcel. Espero que esta “aventura” en su vida, le recuerde que las leyes están para respetarse, o si las quiere quebrantar, que recuerde que tiene que asumir las consecuencias de sus actos.

Yo creo que todos los ecologistas tienen todo el derecho del mundo de expresar sus opiniones. Incluso, diré que puedo compartir algunas cosas que dicen, no todas. Pero así como él tiene el derecho de expresarse libremente, el resto de los seres humanos no tenemos la obligación de escucharle, ni tiene el derecho de entrar en propiedades que no son suyas (sean barcos o palacios) para querer forzarnos a oir lo que dicen.


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