Esta semana que ha pasado ha estado por Lima, Perú uno de los premios nobel del economía más peligrosos del mundo: Paul Krugman. Y ha venido a decir, entre otras perlas, que el Perú no debe preocuparse por industrializarse. Paul Krugman es conocido, entre otras cosas, por pedir a Alan Greenspan crear una gran burbuja inmobiliaria para levantar la economía estadounidense en el año 2,001. Es un economista keynesiano que está dispuesto a solucionar los problemas del mundo con el aumento mundial de la inflación. Menos mal que la economía no está en sus manos. Dice Krugman que el Perú «puede ser una nación productiva con un sector de servicios altamente productivo, sin tener que tener una gran base industrial».
Y me preocupa al leer uno de los editoriales del diario El Comercio, donde obviamente le lanzan loas a la idea de la no industrialización. Con su editorial “El Fetiche de las fábricas“, intentan convencernos de que la industrialización no es importante. Toman como ejemplo en El Comercio, el ejemplo del intento de la industrialización de la época de Velasco. Obviamente, la intervención del estado en la economía genera enormes deficiencias, como lo hemos aprendido durante el siglo XX con el comunismo. Y obviamente la idea de la sustitución de productos exportados de forma obligatoria mediante la producción de una industria nacional protegida y subvencionada es un error económico.
Pero eso no significa que el error sea industrializarse. El error se encuentra en el intento de manipulación por parte del Estado de la libertad de elegir el mejor producto para cada persona, quitándole la oportunidad a las personas elegir el producto que mejor satisfaga sus necesidades, con independencia del país donde se fabrique. Desde Adam Smith se sabe que la libertad de elección para comprar productos en el mundo es la forma más eficiente para la población de satisfacer sus necesidades. Y la más económica. Y si se cierra esa posibilidad, obviamente son las personas de ese país las que van a sufrir las consecuencias, tal como ocurrió en el Perú.
Yo creo que no es función del Estado dirigir la economía. Siempre que lo intenta se producen verdaderos problemas económicos; problemas que luego usa como pretexto para tomar más el control y volver a redirigir la economía y destruirla un poco más. En ese sentido creo en la libertad de las personas. Lo que si creo es que la función del Estado es velar por el cumplimiento de los derechos de las personas y de fomentar aquellos aspectos que van a facilitar el desarrollo económico: cumplimiento de la ley, igualdad de oportunidades para todos, impuestos bajos, un Estado reducido y permitir una energía económica.
La industrialización no es un proceso fácil, y menos en un mundo como el actual. Yo no tengo una bola de cristal para saber si las circunstancias van a favorecer un rápido crecimiento de la industria peruana. Pero si me queda claro que todo proceso de industrialización, que se forma sin la intervención del Estado por las oportunidades que existen en el mercado es bueno. Y que los peruanos no deben tener miedo, si encuentran las oportunidades, de crear industria y entrar a producir sus productos para el mundo.