Estaba leyendo en Libertad Digital el comentario de Agapito Maestre sobre ¿Qué quieren los peregrinos? Y empieza reflexionando sobre las preguntas que le hizo un ruso que vive en el centro de Madrid: ¿Qué dicen y qué quieren? ¿Qué expresan sobre el sentido de su peregrinación? ¿Qué mensajes transmiten sobre la situación del mundo? ¿Cuáles son sus propuestas para ayudar a solucionar los miles de problemas que tiene la propia Iglesia Católica en el mundo y, sobre todo, en España?
Yo también vivo en el centro de Madrid, y tengo que reconocer que estoy feliz de ver la alegría que transmiten los peregrinos en el centro y lo lleno que esta todo. La oficina de Correos, esta mañana en El Corte Inglés de Callao era imposible. Cientos de personas pasando a enviar postales, cartas, paquetes con recuerdo de Madrid. Pero no por eso Agapito, entiendas que sólo vienen a hacer turismo a Madrid. Pero incluso en un acto importante de su fe en Madrid, tienen tiempo para pasear por nuestra ciudad y conocerla un poco más, y disfrutar como jóvenes de su visita. Pero Madrid es una ciudad donde casi todos somos “de fuera”. Los gatos-gatos, madrileños de 3 generaciones deberían estar protegidos por Greenpeace porque son una especie en extinción. Asi que es normal que Madrid sea una gran ciudad para albergar un evento de estas características y está preparado para hacerlo.
Sobre tu primera pregunta, Agapito, no voy a perder mucho tiempo en responderte porque tu mismo la respondes en tu artículo: «todos quieren dar testimonio público de su fe. Bien. Quieren ver y escuchar a su gran “líder” espiritual: el Papa. De acuerdo. Vienen a encontrarse con otros jóvenes católicos de otras partes del mundo. Estupendo.» ¿Es qué te falta más motivos para que los jóvenes de más de 190 países se den cita en Madrid?
Y dejame decirte, Agapito (aunque no tenga el placer de conocerte personalmente), que en estos días de crisis, cuasi-socialismo en Estados Unidos gracias a la FED, en una España donde la izquierda no deja de meterse con la Iglesia y acusar a la Iglesia de hacer un acto de agitación con el JMJ, en la que muchos hablan de una crisis de valores que sustenta la crisis económica, tener un grupo de jóvenes que no tienen vergüenza en declarar públicamente que son católicos, apostólicos y romanos es, cuanto menos, motivo de orgullo.
Hay quienes piensan que el hombre tiene una necesidad, no se si denominarla psicológica, de creer en algo. En ese sentido, estos jóvenes católicos tienen la suerte de creer en algo, y esos valores van a chocar y dificultar que crean en cualquier cosa que vaya contra sus valores, contra actos que vayan contra la familia. De alguna forma, tendrán una protección contra la nada de nuestros días. Y verlos felices y alegres, como jóvenes normales comunes y corrientes, es otro motivo de alegría. Y puede que le joda un poquito a la izquierda española que no entren en su estereotipo de jóvenes introvertidos, con el cilicio en la pierna (que seguro alguno lo llevará, pero es una elección personal). Y ese también es un motivo de alegría. Permite por un momento a los anticatolicos de la izquierda, que se rompan la neurona que le patina y la que le hace eco pensando en ¡cómo pueden ser católicos y ser felices!
Después de esto, ¿aún te planteas que expresan con su peregrinación? Esta muy claro: ser católico, no es ser un extraterrestre, ni un introvertido ni un reprimido. Se puede ser católico siendo una persona normal, jóvenes sonrientes, felices de disfrutar de este mundo que, según su religión, ha creado Dios en 7 días y se lo ha dado a los hombres para que lo gestionen. Y vienen a Madrid y lo demuestran. ¡Y muchos les damos apoyo y aliento! Es importante que nuestros jóvenes se ilusionen con sus posibilidades. Los de la izquierda están tristes, porque la teta del Estado se queda sin recursos para amamantarlos y, claro, como buenos católicos van a tener que comer con el sudor de su frente. Lo que para los de la izquierda es un suplicio, ¡para los católicos forma parte de nuestra fe! E incluso, algunos movimientos como el Opus Dei, te enseñan que el trabajo diario y el estudio es un camino para llegar a la santidad, entendida santidad desde su raíz latina sancto, que todos podemos serlo.
Te preocupas también Agapito sobre ¿qué mensajes transmiten sobre la situación del mundo? Hay uno importante: ¡Tengamos valores! Son católicos, y aunque creen que su cosmovisión es la correcta; aceptan que cada cual pueda tener su propia forma de pensar. Lo que se llama tolerancia. A diferencia de la izquierda, que sólo son tolerantes con los suyos y los que repiten como loros sus consignas agit-pop carente de valores; los jóvenes católicos del JMJ vienen a demostrar que hay jóvenes que sí tienen valores. Que creen la vida, en el respeto hacia los demás. Que creen en la libertad. Y que pueden montar una fiesta, que ya quisieran poder montar los del 15-M para demostrarselo al mundo.
Te preguntas sobre ¿qué mensajes transmiten sobre la situación del mundo? Como la mayoría de los jóvenes, no están conformes con la situación actual. Están totalmente en contra de muchas de las cosas que están ocurriendo. En contra de la violencia. En contra de un mundo sin valores, que puede convertirse en el mundo más cruel existente. Transmiten, movidos por su fe, que todos somos hermanos y que juntos podemos cambiar el mundo. Eso sí, todos juntos, no arreglar ellos el mundo mientras los ni-ni se quedan como buenas cigarras esperando el puesto de Gerente que, según su concepción, se merecen para, en teoría no hacer nada. Nos transmiten que si no nos unimos como hermanos, nada vamos a poder cambiar. Que sin valores, la cosa puede ir a peor.
Te preguntas también sobre ¿cuáles son sus propuestas para ayudar a solucionar los miles de problemas que tiene la propia Iglesia Católica en el mundo y, sobre todo, en España? Aunque sean jóvenes, viene a escuchar, a aprender. Y creo que aprender y entender la situación actual, es lo primero que se necesita para darle una solución real a la situación económica actual. Eso sí, no esperes de ellos propuestas económicas como podría darlas Paul Krugman. Porque la solución del nobel Krugman de prepararnos para un ataque alienígena para impulsar la demanda es francamente de risa; como decía Rogoff en la CNN, el ex-economista jefe del FMI, si le hacemos caso a Krugman necesitamos un Orson Wells que nos cuente que los marcianos llegan nuevamente a la Base 51. Y propuestas económicas, desde la iglesia católica hay muchas. Y son jóvenes que vienen a aprender, a conocer más sobre su religión. No debes olvidarte, mi estimado Agapito, que muchos economistas consideran que los primeros liberales económicos fueron los de la Escuela de Salamanca. Y como siempre recuerda César Vidal, fueron los del Opus quienes hicieron hacer ver a Franco las medidas que liberalizaron la economía española con la que España pudo enfrentarse a esa crisis económica.
Pero empiezan con lo más básico: con valores, todos juntos podemos conseguir que el mundo sea un lugar mejor. Para eso tienen sus mandamientos: no robarás, que podría aplicarse perfectamente al Estado que no debería robarnos nuestros ingresos para derrocharlos. Hay que ser solidarios, nos dicen los jóvenes del 15-M. Pero ya sabes tu Agapito que el concepto de solidaridad se pierde en cuanto el Estado te quita recursos para re-distribuirlos. Por que en ese caso sientes que te roban y, además, no son solidarios con el resto de personas como podrías hacerlo libremente.
No esperes de jóvenes, muchos de ellos aún en el instituto, que te den una explicación basada en todas las distintas corrientes filosóficas-económicas que han existido a lo largo de nuestra historia, que expliquen la situación económica actual y proporcionen las medidas que los incapaces de la FED, el FMI el BM y el BCE no están haciendo. Muchos aún las están aprendiendo y entendiendo. No esperes que conozcan al dedillo los postulados de Hayek o del monetarista que defiende al patrón oro como Antal E. Fekete como parte de nuestra libertad.
Como dice tu compañero Juan Morote «Millares de jóvenes van a decirle al Papa que cuente con ellos, que todo en el mundo no es dinero y carne, que hay valores superiores asumibles por la razón que superan la barrera del instinto. No es que estos jóvenes no tengan las mismas pulsiones que el resto, la diferencia está en la asunción racional de la norma moral superadora de la tiranía del instinto. Por eso la JMJ es entre otras muchas cosas una manifestación de libertad, y por eso, si Dios quiere estaré en Madrid acompañando a todos estos jóvenes en su testimonio de amor a la libertad.»
Quizá, mi estimado Agapito, destripar desde un punto de vista científico-racional todas estas preguntas sea imposible en jóvenes, porque te hace falta un acto de fe para poder comprenderlos.