La moral que evitaba el endeudamiento masivo de los gobiernos se ha perdido


Hay una opinión muy interesante en el New York Times de David Brooks donde reflexiona, basándose en el sociólogo americano James Q. Wilson, sobre la posible existencia de una serie de reglas morales que se han ido rompiendo en los Estados Unidos que evitaban que antiguamente los gobiernos americano se endeudaran de forma alocada como ocurre en la actualidad con el manirroto Obama. La base de su duda está en la siguiente afirmación: «Cada generación tiene un incentivo para gastar en sí misma”, dice Brooks, “pero ninguna acumulaba déficits gigantescos hasta la actual [generación]. Algún tipo de normas morales lo evitaba».

Evidentemente, los nuevos keynesianos como Paul Krugman y compañia no están para nada de acuerdo con esa afirmación.  En  opinión de Krugman, el colapso deficitario es sólo el resultado natural de una recesión, no una cuestión de la virtud o el carácter americano. Krugman ridiculiza la “afirmación totalmente estrambótica de que los grandes déficits presupuestarios con los que estamos operando actualmente son el resultado de una pérdida de autocontrol”. Mark Thoma añade: “Decir que los recientes cambios en la deuda reflejan un asunto moral cuando está siendo empujada por la recesión es muy engañoso

Deuda Estados Unidos crece imparable

Gastar algo más en subsidios por desempleo durante una recesión es algo que parece razonable. Estabilizadores automáticos los llamamos en Europa. Incluso, si desde Europa vemos mas o menos normal que con un alto desempleo y sin posibilidad de encontrar trabajo rápidamente lo normal es que el Estado ayude más tiempo a los parados. Y no suena del todo mal que en Estados Unidos hayan aumentado el equivalente al paro hasta 99 semanas (que son menos de los 2 años que disfrutamos en España).

Pero en los Estados Unidos van mas allá. Se preguntan si ¿no podrían haber ejercido algo de autocontrol recortando en otro sitio para pagarlos? ¿Fue una cuestión de elección o de inevitabilidad gastar 800.000 millones de dólares en “estímulos” e incrementar perpetuamente los presupuestos federales anuales?

Sin lugar a dudas, la recesión y la anémica recuperación bajo las directrices del presidente Obama incrementaron sustancialmente los déficits presupuestarios actuales mientras reducían los ingresos tributarios y elevaban algo el gasto federal. Sin duda Brooks estaría de acuerdo con esa observación. Pero la recesión ni siquiera es una explicación convincente para los actuales déficits. Según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), el gobierno federal operó con un déficit presupuestario de alrededor de un billón de dólares tanto en 2009 como en 2010 tras ajustar ingresos y gastos por la recesión. Sin duda el panorama era tan sombrío en 2011 como lo será de nuevo este año.

Lo peor, si algo pudiera ser aún peor, incluso después de unos recortes fiscales masivos y una gran cantidad de trucos presupuestarios, es que el propio presupuesto del presidente Obama muestra un déficit que nunca baja a menos de 610.000 millones de dólares en los próximos diez años. Y Alemania, por poner un caso europeo, pese a haber aumentado considerablemente el empleo, se mantiene con un deficit de alrededor del 4% del PIB medido en los términos de Mastrich (ya saben que en Europa nada es lo que aparenta).

Con esto, parace estar claro que el asunto no es la recesión. Este asunto va de lo que elegimos y por qué: de allí que hay una elección moral.

El fin del oro monetario, se destruyen las barreras morales

El gobierno de Nixon incumplió sus compromisos de pagar la deuda de los Estados Unidos en oro. Asi que en Estados Unidos se han gastado millones en mantener a un ejército de aduladores que intentan vendernos que el oro ya no juega un papel monetario; se fueron contra De Gaulle en Francia por exigir a los Estados Unidos que honre su deuda en oro. Cosa que por cierto, podía hacer porque tenía el oro necesario.

Asi que una vez que se introdujo la moneda inconvertible, como ha pasado en experimentos similares a lo largo de la historia, poco a poco se ha perdido el miedo a endeudarse alocadamente sabiendo que nunca se va a pagar dicha deuda. Un fraude en toda la extensión de la palabra, cuyos alumnos más aventajados son Grecia y Japón (país que aún no quiebra por el apoyo de China y los Estados Unidos).  Sin un metal monetario que sirva como extintor de deuda, la deuda del mundo sólo tiene un camino: seguir creciendo. Y poco a poco esa deuda incobrable va a parar en la cuenta de los Estados.

La pregunta de por qué la Fed y el Tesoro de los EE.UU. están autorizadas a emitir nuevos bonos que no tienen ni los medios ni la intención de honrar, mientras todos los demás por hacer lo mismo podrían ser procesado por fraude se encuentra bajo prohibición estricta en los Estados Unidos. Este tipo de fraude tiene un nombre:  check-kiting.

La ortodoxia moral indudablemente ha cambiado desde los años 30. James Wilson traza la génesis del regreso al economista John Maynard Keynes. “Keynes”, dice Wilson, “fue un revolucionario moral..supeditó las restricciones convencionales sobre la financiación del déficit al análisis racional, no con el fin de mostrar que la deuda siempre era buena sino para probar que no era necesariamente mala”. El mensaje de Keynes, continúa Wilson, era que el gasto deficitario del gobierno “debería ser juzgado por sus efectos prácticos y no por su calidad moral”. Entonces, según el propio modelo de Keynes, el estímulo de Obama ha fracasado porque la economía no ha respondido y sólo ahora está cobrando ímpetu dos años después de que comenzara el estímulo de Obama – a pesar del estímulo, no debido al estímulo y el resto de normativas de Obama.

Poner a un lado las dimensiones morales es una visión hoy ampliamente aceptada, especialmente entre la izquierda. Sin embargo, poner a un lado las consideraciones morales en beneficio de la conveniencia es un camino peligroso. Como dice la Fundación Heritage, «no se puede negar que en años recientes, gastar el dinero que no tenemos y diferir el pago para el futuro ha eclipsado el derecho de nuestros hijos a nacer libres de estas obligaciones. Y tal como nuestros hijos nos recordarán en años venideros, ese es un asunto que no puede escapar a la moralidad».


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *