Dentro del mundo de la conspiranoica económica, siempre se mencionan los grandes desequilibrios que existen entre Estados Unidos, Alemania y China (en su momento Japón) para explicar en el largo plazo por qué estamos aquí y que ha pasado. El origen real de la crisis lo situan muchos en la época Clinton y su dilema a el hombre más listo del mundo, habiendo afectado a la economía mundial las recomendaciones del listillo. Voy a intentar hacer un resumen de las teorías conspiranoicas con adecuada base económica donde, como en toda buena conspiración, hay datos contrastables y otros que no
Pero con listo o sin listo, está claro que la locura monetaria de Estados Unidos (esto ya fuera del campo de la conspiranoia, aunque relacionado) ha hecho que Japón, China y Alemania hayan cada uno buscado la mejor forma de sobrevivir al órgano más socialista de los Estados Unidos: La Reserva Federal (FED). Como podréis comprobar a lo largo de este artículo, la respuesta japonesa muy dentro del paradigma económico de las teorías más premiadas por los economistas de las últimas décadas, las que defienden los postulados de Friedman y Lord Keynes han ocasionado sus décadas perdidas. China, ha tenido que jugar a la devaluación competitiva, esterilizando casi quirúrgicamente el exceso de dólares, en un peligroso juego que deja fuera de combate a economías como la española. Y lo de Alemania.. es pecado mortal. Mejor dicho, dentro de sus organizados planes para sobrevivir a la Reserva Federal, ha inundado a toda Europa con los dólares sin respaldo de la FED en un intento desesperado de evitar que tantos dólares destruyesen su economía. Y los alemanes lo han conseguido, a costa de destruir el resto de economías de la Unión Europea.
Como lo de Alemania nos afecta más a todos en Europa, podréis leer sobre el origen del sobre-endeudamiento español con Alemania y las opciones que tenemos. Que no son muchas, y todas exigen grandes sacrificios.
Todo esto mientras que en España, nuestra situación es francamente alarmante. Tenemos una deuda total del 400% de nuestro PIB, aunque medidos en términos europeos nos digan que superamos por poco el 200%.
Sobre el hombre más listo del mundo
Dicen los rumores conspiranoicos que existía un tal Robert Rubin que era asistente especial para la Política Económica del presidente Clinton y que era considerado el “hombre más listo del mundo”. Debido a la preocupación que lleva en la cabeza de los líderes americanos desde hace décadas, el crecimiento chino y su consecuente conversión en la gran potencia mundial, el presidente Clinton le propuso un reto: ¿Cómo podía EEUU crecer año tras año, sin crear inflación, manteniendo la hegemonía del dólar, colocando su deuda en el mercado, aumentando la “riqueza” de las familias y evitando que China se convirtiera en la primera potencia mundial, todo ello al mismo tiempo? Dicen los entendidos, que este acertijo fue la verdadera semilla de la crisis que padecemos actualmente.
Rubin, que era listo, encontró finalmente una solución a este complicado rompecabezas que pasaba por la globalización y desregulación financiera: importación de productos baratos y déficit comercial financiado por un superávit de capital. La parte financiera la pondría la reserva Federal, ese hijo de Jeckyll, órgano socialista de planificación monetaria de los Estados Unidos, y la parte comercial Alemania (y el resto del a UE) y Asia (básicamente China).
La teoría económica de Milton Friedman sobre los tipos de cambio flotantes es el pilar sobre el que se fundamenta el sistema monetario desde 1971, cuando Nixon declaró la quiebra de Estados Unidos. Una quiebra a la Europea, dicho sea de paso; es decir, quebrar sin que se reconozca que se ha quebrado y sacando las botellas de champagne para celebrar el nuevo éxito de las medidas político-económicas propuestas, aunque sea todo un fraude; eliminando formalmente el patrón oro de nuestro sistema monetario y, por ende, el final del mejor extintor de deuda que se ha conocido en los últimos siglos. Pero la teoría de los tipos de cambio flotantes ha demostrado ser, con el ejemplo famoso de Japón, un sistema especialmente diseñado para proteger el esquema que permite a EEUU robar furtivamente los dólares excedentarios que consiguen en sus balances los países exportadores: una forma ilícita de que el gobierno de los Estados Unidos se quede con parte de los dólares que les debe a sus socios comerciales. Eso si, con el apoyo del FMI aprovechándose del miedo financiero que puede causar esa institución dado que los estatutos del FMI prohiben a los países miembros estabilizar y fijar entre ellos el valor de sus monedas. Cualquiera que lo intente queda etiquetado como un “manipulador de su divisa” y es amenazado con sanciones comerciales. Por eso continuamente le recuerdan a China que no debería hacer eso que hace; aunque China se pase esas advertencias por donde debe pasarselas.
Para quienes no lo sepan, este maravilloso invento Friednamita funciona así: EEUU atrae con sus cantos de sirena a los confiados países exportadores para que se zambullan en el agujero negro de la revaluación monetaria contra el dólar. A partir de ese momento, un buen pedazo de sus excedentes monetarios en dólares son succionados por EEUU. Norteamérica fuerza a sus socios comerciales que incurran en un fuerte superávit comercial para que subvencionen a continuación y sin darse cuenta una cancelación parcial de la deuda americana mediante la revaloración de su moneda.
Para poner en práctica la solución Rubin al dilema planteado por Clinton, se empezó con la desregulación financiera. Greenspan, el mismo Rubin y Levitt pidieron al Congreso americano una moratoria en la introducción de la regulación de todo tipo de derivados y la eliminación de parte de la regulación existente, para tener facilidades en la gestión de todo esto.
El segundo problema era crecer sin la inflación. Fue fácil convencer a China (Asia en General) y a Alemania a que se unieran a la globalización y a que exportaran sus productos a precios bajos. Estados Unidos abrió su mercado y forzó el nuevo GATT. Alemania y China pensaron que Clinton se había vuelto loco. Exportar todo lo que quisieran a EEUU era una bendición; imposible de realizar si hubiese un patrón oro, pero perfectamente posible con una moneda fiducitaria. Ni Alemania ni China vieron que eran parte del plan de transferencia de riqueza desde Europa y Asia hacia EEUU; un nuevo símil con la antigua Guerra del Opio. A cambio de productos reales, Alemania y China recibían dólares creados a voluntad y sin respaldo. Cuanto más exportaban, más dependientes del dólar y de la economía americana se convertían.
Las burbujas de origen Japonés
Primero voy a comentar las burbujas y las consecuencias de los cambios flotantes en Japón (esto ya no es conspiranoia), porque Japón ha sido el único espejo existente sobre los riesgos del robo formal por parte del gobierno de los Estados Unidos a sus proveedores mediante el sistema de cambios flotantes; y explica por que China tiene su moneda atada al dólar y se ha cuidado mucho de que ésto no le ocurra.
Para quienes no lo sepan, Japón ha dejado ya de ser la nación rica que era a mediados de los años 80 gracias paradójicamente a su principal socio comercial, los Estados Unidos. Habitan las islas 22 millones de personas que viven en la pobreza y la mitad de la población activa desarrolla trabajos a tiempo parcial o en precariedad laboral. La prosperidad de Japón (y Alemania) creció gracias al desequilibrio comercial de EEUU y una portentosa disciplina de trabajo junto con un poderoso ahorro interno. Pero a comienzos de los 80 se vio necesario corregir los desequilibrios ajustando los cambios entre el dólar y las monedas de Japón, Alemania y Francia. El acuerdo se corroboró en el Hotel Plaza de Nueva York el 22 de septiembre de 1985 y sólo dos años después el dólar había perdido la mitad de su valor contra el yen y un 30% con respecto al marco alemán. Es decir, ambas monedas sufrieron un aumento considerable en su poder adquisitivo. Alemania, como explicaremos posteriormente, se sacó la Unión Europea y la reunificación para evitar el colapso financiero; mientras que Japón confió en las políticas económicas que le recomendaban desde los Estados Unidos, cuyo fundamento conceptual se deben a los 2 mayores fraudes de teoría económica del siglo XX: Keynes y Friedman.
Esta supuesta prosperidad de los tipos de cambios flotantes, permitió que de la noche a la mañana el yen se revalorizara bruscamente y los salarios japoneses se convirtieron en muy altos en comparación con el resto del mundo, que de golpe pasaron a ser no sólo alegres turistas por todo el mundo sino especialmente empezaron a ahorrar e invertir en acciones y propiedades (en teoría la mejor forma de conservar el valor) debido al incremento repentino de riqueza para los ciudadanos japoneses. El sector inmobiliario y la bolsa se dispararon justo después de los acuerdos del Hotel Plaza. Y a partir de 1985 sufre la explosión en paralelo de dos burbujas descomunales en la bolsa y el mercado inmobiliario. El Banco Central de Japón, en una aplicación del Keynesianismo de manual, intentó evitar que la banca japonesa se fuera al traste por las pérdidas en las invesiones debido a las burbujas. Sus esfuerzos fueron inútiles y ambas burbujas terminaron explotando 5 y 6 años después respectivamente con unas consecuencias desastrosas para su economía. Al mismo tiempo (una vez finiquitadas en parte también sus propias burbujas), en vez de dejar quebrar las partes más débiles de su sistema bancario, el banco central de Japón las sostuvo mediante unos tipos de interés próximos a cero. Y aquí tenemos la explicación de “la década perdida” japonesa. Los intereses al 0% del banco central japonés no ayudaron a la liquidación de las malas inversiones y se quedo con una economía zombie, financiada por unos bancos zombies y una deuda pública del 200% gracias al Keynesianismo.
Pero la caída económica fue una simple consecuencia del robo descarado del que fueron objetos los japoneses. Es decir, si un dólar pasó de 300 a 100 yenes, entonces la deuda americana con Japón se redujo un 66%. O lo que es lo mismo, el excedente de divisas quedó reducido a un 33%. Esta clara intervención fue llamada en su momento como una opción de “libre mercado”, cuando es evidentemente una estafa. Los japoneses estuvieron trabajando muy duro más de 20 años para exportar a los americanos, pero llegado el momento sólo han cobrado un 1/3 de lo estipulado.
Evidentemente, los timos a esta escala tienen sus consecuencias. De hecho es lo que está haciendo quebrar a Japón, que era precisamente uno de los países con mayor fortaleza financiera del mundo. Porque cuando ha llegado la hora de usar las reservas almacenadas, resulta que se han evaporado gracias a los funestos acuerdos del Hotel Plaza. Cuando los japoneses han protestado, los doctores americanos del dinero se han apresurado a explicar que la solución consitía en que Japón se endeudara para incurrir en gasto público. Pero nunca han dicho que EEUU iba a corregir su balanza comercial, que es precisamente lo que se debería haber hecho. Por eso Japón ha pasado de ser un país prácticamente sin deuda a encontrarse ahora mismo con el agua al cuello, de forma que hasta China tiene que comprar la deuda nipona para impedir que suban los tipos de interés en el país y evitar su colapso. Todo un detalle que a buen seguro China sabrá aprovechar en su momento.
Pero esta pérdida enorme no sólo afecto a Japón. Cuando Japón comenzó a perder su competitividad en favor de China y se vio obligado a externalizar sus producciones en el sudeste asiático, genero una entrada de gran cantidad de dinero en los países del sudeste asiático, provocando en parte las burbujas que más tarde explotarían por los países de esa zona. Y, que cosas, el carry trade entre el dolar y los yenes en Japón, permitieron la creación de la famosa burbuja de las punto.com de finales de los 90, principios del 2000.
Evitando el crecimiento de China
Si excluimos el desequilibrio sistemático de los productores de energía con el resto del mundo (que reciben dólares a cambio del petróleo, gas y sus derivados), el principal desequilibrio comercial internacional es el que ha desarrollado EEUU con Asia durante el último decenio, que es de unos 375.000 millones de dólares a 2010
China es con diferencia su principal socio comercial en la zona después de Japón, con un déficit americano por cuenta corriente de unos 200.000 millones de euros. Es decir, EEUU se endeuda por esa cantidad cada año para poder adquirir productos y servicios a China. Y desde Estados Unidos llevan años diciendo que China tiene que elevar con fuerza su moneda para volver a equilibrar la economía mundial y tirar abajo tanto los excedentes comerciales asiáticos como los déficit de EEUU.
Pero China responde que eso no puede hacerse sin provocar un gran daño en su economía, además de centrar el problema en la excesiva propensión americana al consumo. Así que China no para de acumular activos americanos. Y precisamente por comprar deuda americana puede generar empleo en su país gracias a los enormes excedentes comerciales que desarrolla con el área OCDE, con el correspondiente déficit y desempleo americano, por ejemplo.
Al presionar a China para que siga el ejemplo de Japón revaluando el yuan contra el dólar, los doctores monetaristas americanos parecen no entender que están pidiendo a China que asuma una pérdida semejante a la que ya asumió Japón, por valor de varios billones de dólares. Porque China lleva sus libros contables en yuanes. De forma que si su moneda se revalorizara un 10% contra la moneda americana, automáticamente se produciría una reducción también del 10% en la cuantía de sus reservas en dólares nominadas en yuanes.
Además, hay que recordar que las exportaciones netas de capital no son más que el reverso de los excedentes comerciales (o con más exactitud, de los excedentes por cuenta corriente). Uno requiere del otro. Si China quiere comprar una gran cantidad de dólares, sólo lo puede hacer contra un déficit comercial americano.
EEUU ha jugado con Japón el papel de un matón, vendiendo en esta partida internacional de póker de las monedas inconvertibles un farol, que consiste simplemente en que los dólares son instrumentos monetarios válidos para cancelar las deudas. Pero esto no es cierto y ya va siendo hora de que alguien destape el farol antes de que nuevos países sucumban a la presión y pierdan sus excedentes de reservas. De momento, China es el primer país que está despertando de los cantos de sirena de los Estados Unidos. Pero el despertar ha sido doloroso, y vemos como ahora China se empieza a enfrentar también a serios problemas económicos exportados desde Estados Unidos. Con la crisis del 2008, se ha dado cuenta que los supuestos activos respaldados por el Tesoro y la FED no son más que una secuencia de bits en algún ordenador. Y se ha acojonado al ver la probabilidad de perder parte de sus ahorros. Por lo que empieza a preparar el camino, sin pausa pero sin prisa, para monetizar el oro. Con esto resolverá el actual embotellamiento de la deuda y, además, Estados Unidos terminará perdiendo su hegemonía económica mundial.
Alemania: El germen de la crisis de deuda europea
El segundo gran desequilibrio internacional es el que tiene el centro de Europa (principalmente Alemania) con la periferia, que es también de unos 200.000 millones de euros. La economía alemana ha funcionado durante los últimos tres decenios de la siguiente forma: en los ochenta exportando a EEUU, en los 90 unificándose (desarrolló déficit) y finalmente en el último decenio exportando a sus socios comerciales de la UE en condiciones inmejorables gracias a la nueva capacidad instalada ya amortizada durante la década anterior, más unos tipos de interés reducidos por la estabilidad del euro y el contexto internacional de políticas monetarias muy laxas después de los atentados del 11-S.
El desequilibrio europeo ha sido posible gracias a la exportación de capital alemán hacia la periferia, que ha sido el eje de todo el desarrollo económico de la UE durante los últimos 15 años: endeudar a los países periféricos como subvención indirecta a sus exportaciones. Una estrategia económica que ha permitido mantener en Alemania una gran disciplina sobre los costes laborales, el precio de la vivienda y el IPC. Por supuesto, en este entorno exportador de bienes, servicios y capitales la creación de empleo ha sido robusta y en la línea de una política económica doméstica muy bien diseñada. Muy al contrario del caso español, cuya creación de empleo ha sido como resultado de dos burbujas especulativas sucesivas en el sector inmobiliario y una política de empleo catastrófica.
Su fortaleza económica de los últimos años tiene mucho que ver con el éxito de las exportaciones. Pero si los germanos desean mantener un excedente por cuenta corriente como consecuencia de su política doméstica de contener el consumo [limitando el volumen de crédito interno] y subsidiar la producción nacional [prestando su dinero en la periferia para que se compren allí sus exportaciones], entonces necesariamente España y el resto de países periféricos tendrán que desarrollar déficit por cuenta corriente y un volumen de desempleo creciente a largo plazo. De hecho, si las dinámicas internas de la UE no se hubieran planificado de esta forma habría sido imposible que el euro saliera adelante, colapsando las exportaciones alemanas por las previsibles devaluaciones monetarias de los países importadores y sus seguros elevados tipos de interés que impedirían el avance de la deuda privada. Pero los bajos tipos de interés impuestos por Alemania más el cinturón de acero de la unidad monetaria han garantizado que en la periferia se hayan podido desarrollar todos los déficit con amplitud durante el último decenio.
El disgusto de los acreedores mundiales
Todas las naciones acreedoras están preocupadas. Sus deudores parecen determinados (o al menos eso parece) a erosionar o socavar el valor de sus obligaciones. A expensas de los acreedores, por supuesto. A lo largo de los últimos dos años nos hemos podido acostumbrar al espectáculo de los dirigentes chinos advirtiendo a EEUU sobre su responsabilidad de mantener constante el valor de la enorme cantidad de Bonos del Tesoro que el Banco Popular de China (BPC) tiene acumulados.
Más recientemente hemos podido escuchar las quejas alemanas sobre la posibilidad de que se produzcan quiebras en la periferia europea, lo que acarrearía pérdidas sustanciales a los bancos germanos que tienen la deuda pública griega, portuguesa, irlandesa y española.
En ambos casos (y en otros muchos también) parece observarse cierta congoja entre los acreedores de que a pesar de ayudar bastante a unos deudores indisciplinados, los primeros tendrán que asumir una quita considerable. Pero los afectados dicen que esto es algo completamente injusto.
Por eso suena muy raro oír insistentemente a los alemanes que los países periféricos tienen la obligación moral de evitar la erosión del valor de su cartera de préstamos. Porque entonces los alemanes tendrían que estar también obligados moralmente a aceptar mayores niveles de desempleo. Quiebren o devalúen los países periféricos, sólo puede ser el resultado de sus propios intereses nacionales soberanos y en absoluto fruto de la coacción externa de los acreedores.Además. se ha generado un lío monumental en los países con fuertes superavits, porque han terminado confundiendo los préstamos al exterior con sus políticas domésticas de empleo; y además la erosión del valor de los pasivos que se les deben es prácticamente una consecuencia de sus propias políticas nacionales.
España: El perfecto exportador de deuda
Si el país se ha especializado en exportar deuda, sólo puede haberlo hecho contra la importación de bienes y servicios. Pero no crean que es algo nuevo. Según los conspiranoicos, España lleva años siguiendo ese camino, que hubiese sido imposible de recorrer si no fuese por la corrupción más absoluta del PSOE que se ha encargado de cargarse cualquier posibilidad de producción nacional con “planes de reconversión”, traicionando a España. Una “reconversión industrial” que significaba liquidar las producciones nacionales con la excusa de que eran obsoletas y al mismo tiempo subvencionar la improductividad para que el caudal de créditos procedentes de Europa no encontrara mejor inversión que el sector inmobiliario antes de las olimpiadas y otra vez después de la creación del euro. Los políticos favorecieron la improductividad, la banca lo inmobiliario.
Es de suponer que como en el último tramo de la burbuja financiera está involucrada la casta política en pleno, todos los representantes públicos junto con sus colegas financieros trabajarán en favor del hermetismo y para poner a los españoles bajo los pies de la caballería germana. Especialmente y en primer lugar a los más golpeados por la crisis. Y finalmente aquí tenemos el resultado financiero multiplicado por la línea de sucesivos préstamos bancarios nacionales a lo largo del tiempo que han expandido la masa monetaria hasta 2,76 veces el PIB nacional. Existen pocas semejanzas en la historia económica moderna que igualen la hazaña española.
Hay que tener presente que la financiación de los bancos alemanes hacia los deudores periféricos ha sido una consecuencia necesaria del acuerdo monetario (deseado o no), junto con las “reconversiones industriales” [o desindustrializaciones] periféricas. Así que si unos parecen estar locos por endeudarse tanto, en el otro bando sucede lo mismo pero por haber entregado tanto crédito a unas economías que no lo respaldaban. Y en consecuencia, el problema de la deuda tiene que ser una solución pactada en ambos lados del problema.
Alemania vs España
Los dirigentes de ambos países han desarrollado políticas económicas que garantizaban las exportaciones alemanas y las importaciones españolas. Pero es muy probable que estos desequilibrios comerciales fueran producidos más por presión Alemana que por presión española. ¡Es lo que tiene tener tanto dinero!
El prolongado excedente comercial alemán (y su correspondiente déficit español) sólo pudo mantenerse en la medida en que existía un flujo de capital desde Alemania hacia España, comprando el primero activos del segundo [titulaciones de deuda hipotecaria, principalmente] de forma que se pudiera balancear el desequilibrio. Porque los flujos de capital deben estar cuadrados con los de la cuenta corriente, tanto para un país como para el mundo entero.
Cuando el dinero era oro y plata, este equilibrio se reflejaba en una salida del metal de España hacia Alemania, para equilibrar las importaciones hispanas. Pero estos flujos creaban su propia solución, pues al quedarse España cada vez con menos efectivo frente al mismo volumen económico, automáticamente entraba en juego tanto una deflación en el deudor como una inflación en el acreedor. Y esto hasta el punto de que los tipos de cambio entre ambos países se ajustaran lo suficiente en detrimento de las importaciones alemanas. De esta forma, los equilibrios comerciales eran imposibles de mantenerse en el tiempo por encontrarse limitada la cantidad de moneda disponible.
En el mundo actual las cosas son algo diferentes. No existe ningún mecanismo que permita ajustar los presentes desequilibrios por cuenta corriente. Eso significa que si Alemania tiene un exceso comercial persistente con España, sólo pueden producirse tres cosas o una combinación de cualquiera de ellas:
- Que España continúe pidiendo dinero prestado para sostener su déficit, liquidando sus activos nacionales. Esto puede hacerse si el país acreedor es muy pequeño y el deudor tiene un crecimiento de la deuda equivalente al del PIB de su economía. Pero si el acreedor es muy grande y con grandes excedentes comerciales esta opción es imposible a largo plazo.
- Que se inviertan las tendencias económicas que en ambos países dieron lugar a los desequilibrios comerciales. A partir de ese momento España pasaría a ser el país exportador y Alemania el importador, de forma que las deudas se pudieran pagar con los ingresos por el nuevo superávit comercial español.
- Que España emprenda los pasos que le permitan erosionar el valor de sus deudas en términos reales. Esto sólo se puede hacer devaluando la moneda, que es una forma de inflacionar el valor de su deuda externa. O también impagando la deuda y devolviendo sólo una fracción de su valor original, expropiando así parte de los activos alemanes.
Lo normal, es que en el caso Alemania vs España pase el punto 3 ¿Por qué tiene que ser erosionada la deuda española? Pues porque España no tiene una capacidad ilimitada de endeudamiento (y es presumible que no quiera vender todos sus activos). O dicho de otra forma, si el déficit por cuenta corriente de España es lo suficientemente elevado, entonces sólo puede quebrar. Esta sería una variación de famoso Dilema de Triffin. Por lo tanto, la única forma de evitar la quiebra es erosionando el valor real de la deuda y que Alemania acepte un descuento en pago a sus exportaciones. Espero que ahora entiendan por que todas las Agencias de Rating nos siguen avisando de la posibilidad de quiebra.
Esta decisión es la única que queda para evitar la quiebra una vez el mercado [es decir, los propietarios americanos de los CDS sobre deuda soberana más las agencias de calificación también americanas] han decidido que el nivel de endeudamiento español es demasiado elevado. Esto o invertir las balanzas comerciales, por supuesto.
Por lo tanto, en el caso de Alemania sólo queda la opción de devaluar los activos acumulados en los balances de sus bancos. Desconozco si los políticos españoles están proponiendo una medida de este tipo o se van a dedicar a firmar papeles en blanco a sus acreedores para que hagan lo que más les convenga. En cualquier caso España ya ha alcanzado su techo de endeudamiento, por lo que el excedente productivo y de capitales germano tendrá que buscar otros mercados al no quedar incentivos para ser colocados en España al mismo ritmo que antes de la crisis.
Finalmente, si Alemania pretende impedir un ajuste contable de la deuda española en los balances de sus bancos, entonces el acreedor junto con el deudor deberán buscar la forma de invertir el desequilibrio comercial entre ambos y que ha dado origen al problema. Porque si tampoco se acepta esto, entonces la quiebra de la deuda es imposible de evitar a medio plazo y eso sería muy grave para la futura supervivencia de la unidad monetaria por el peso de la economía española en el conjunto de la zona euro.