Con más del 20% de desempleados, con los ingresos fiscales en caída libre, sin un norte económico, el Reino de España se está complicando la vida y se está dejando arrastrar por la crisis Griega. Lo que de momento nos han querido vender como una tragedia griega, digna de ser escrita por Homero, pero que no iba a afectar a la península ibérica ha demostrado ser un drama -que muchos ya esperaban- español digno del mejor Almodovar. Y lo peor de todo: situación común de todos los PIGS de la zona Euro.
Llegados al mes decisivo de la crisis de la deuda griega, una crisis anunciada mil veces desde que, hace dos años, su Gobierno (y otros muchos como el español) se empeñó en mantener un desaforado gasto público vía endeudamiento en los mercados internacionales. Ahora mismo sólo caben dos posiciones: La de mantener a toda costa y a cualquier precio el statu quo, con Grecia como miembro de pleno derecho de la Unión Monetaria, o la de dejarla caer como han caído infinidad de Estados a lo largo de la historia.
El principio más sagrado del derecho internacional es pacta sunt servanda, los pactos están para cumplirse. El pacto, el artículo 123 del Tratado de Funcionamiento de la UE, prohíbe el rescate de un país. La UE puede, o vulnerarlo descaradamente, arriesgándose a revisiones judiciales tanto por el tribunal constitucional alemán como por el de la Unión y perder la escasa credibilidad que le queda, o dejar que suspenda pagos un miembro del euro.
La primera opción, que es la que defienden todos los líderes europeos, incluida Angela Merkel con una gran oposición dentro de su país y de su propio Gobierno, supondría salvar la cara momentáneamente, fingiendo que no ha pasado nada a cambio de transferencias milmillonarias de la propia Unión Europea y de organismos internacionales como el FMI. Por mucho que se empeñen los políticos europeos, Grecia no puede seguir jugando a ser rico, simplemente porque no lo es. No vive de prestado por casualidad. Su economía es improductiva, poco o nada competitiva y, por culpa de las dificultades crediticias del Gobierno, uno de los peores destinos para la inversión extranjera.
Mantener a Grecia conectada a la máquina de respiración artificial no sólo dejaría el problema sin resolver, sino que aumentaría la probabilidad de que la enfermedad se extendiese por toda la zona euro. Si se trata sólo de dar calmantes, pronto otros países pedirán su dosis, empezando por Portugal y continuando por España e Italia, economías gigantescas (la 9ª y la 7ª del mundo, respectivamente) a las que no sería fácil mantener con vida artificialmente.
A pesar de las indecentes presiones en sentido contrario, no va a tener más remedio que hacer lo segundo: la quiebra. Se le llamará renegociación o reestructuración, o lo que sea. Grecia hará sus reformas poco a poco esperando comprensión de los que las financian. La única razón por la que la quiebra puede no producirse, paradójicamente, es que enviaría el mensaje moralmente adecuado a esta Europa desnortada. A saber: no se puede gastar lo que no se tiene. Permitiría tener el campo libre para la imprescindible reforma de los estados de bienestar y para la revitalización de las costumbres escleróticas que le llevan a no crecer mientras China lo hace al 11,9% y la India al 7,7%. Rehabilitaría la responsabilidad individual. Sin embargo, medios dominantes y gobernantes ramplones reclaman que Alemania haga de último rescatador inmóvil y que, por arte de magia, pague todas nuestras deudas.
El primer paso sería suspender pagos de sus títulos soberanos tal y como han hecho otros países en el pasado –Argentina y Rusia en 2002 y 1998, respectivamente–, abandonar voluntariamente el euro, resucitar el dracma y ponerlo a flotar libremente en los mercados. Si Grecia fuese Zimbabue estas medidas supondrían el caos absoluto, la hiperinflación y un conflicto civil sin precedentes. Pero Grecia no es Zimbabue, sino un país europeo con la economía plenamente globalizada, 16 millones de turistas al año (tiene 11 millones de habitantes), instituciones más o menos estables, seguridad en los contratos y un entorno mercantil favorable y cercano como es la Unión Europea, en la que seguiría estando y disfrutando de su espacio único económico.
La última gran ventaja que se extraería de dejar caer a Grecia sería el mensaje enviado a otros países altamente endeudados que se encuentran en estadios previos a la quiebra. Ante la certeza de una bancarrota segura Gobiernos como el español o el portugués se lo pensarían dos veces antes de emitir como locos títulos de deuda en los mercados. Las enseñanzas más valiosas se obtienen siempre en los momentos más dolorosos, y la economía no es una excepción.
Lo que se le viene a España
Ahora mismo, España avanza con paso firme hacia la quiebra estatal. Nuestro presidente ZP está haciendo su máximo esfuerzo para lograr el objetivo de que Europa nos rescate. Porque ya no hay duda de si España sobrevive a esta crisis o no, queda muy claro que si no se hacen los cambios oportunos durante este año, no habrá forma de rescatar a España.
La estrategia de despiste y demora que sigue nuestro gobierno en una situación eonómica como la presente, puede producir un perverso efecto de inquietud primero, miedo después y finalmente pánico. Eso es lo que ha sucedido en Grecia, de forma que la gente ha terminado sacado su dinero en tromba del país y hoy ya se encuentran sumidos en una situación realmente dramática. Si antes de verano el gobierno central, las autonomías y los ayuntamientos no emprenden drásticas y contundentes medidas de ajuste para reducir esos 100.000 millones de déficit, el Banco de España no acelera la reestructuración para eliminar las entidades financieras insolventes y la clase política no deja de enzarzarse en menudencias estúpidas, la recomendación es evidente: no se vayan de vacaciones sin vigilar sus ahorros.
Se dice que a perro flaco todo se le vuelven pulgas, pero hay quien se las busca deliberadamente. Es lo que le ocurre al Gobierno español con la rebaja de la calificación de nuestra deuda pública que acaba de aplicar Standard & Poor’s, advirtiendo, además, de que en el futuro podrían avecinarse nuevos recortes, cosa que no me extrañaría nada que sucediera si Zapatero continúa con su política de brazos cruzados, o, mejor dicho, caídos.
La cuestión clave para S&P cuando habla de perspectiva negativa para la deuda española, es la salida de la crisis. Sus analistas, como muchos otros, no se creen ni de lejos las previsiones de fantasía del Gobierno, sino que pronostican un largo periodo de estancamiento, con altos niveles de paro, con un déficit público muy superior a lo que dice el Ejecutivo y con muchos problemas en el sector financiero, todo lo cual se puede arreglar haciendo lo que hay que hacer y entonces no tendremos problemas ni con las agencias de calificación ni con los mercados. Pero para ello hace falta voluntad política, ideas claras y visión de futuro, que son tres cosas de las que este Gobierno está pero que muy necesitado. Con lo cual, no me extrañaría nada que la tormenta contra España que se ha desatado en los mercados sea el preludio de algo mucho peor, con nuevas rebajas de la calificación de la deuda incluidas. Vamos, que marchamos con el acelerador a fondo hacia la argentinización de España.
Solución según los bancos Europeos: Un mega plan de rescate de todos los PIIGS, valorado en más de 600 mil millones de euros
El crowding out está a la orden del día: Los bancos han dejado de prestarle a particulares y empresas para comprar deuda del estado, por lo que nuevamente los bancos tendrá una crisis financiera. Esta vez será el euro el culpable. Nuestros queridos banqueros europeos (y americanos), ante la coyuntura actual de que varios países de la zona euro puedan quebrar, están buscando la forma de asegurarse sus utilidades con, como no podía ser de otro modo, la intervención estatal. Tal como menciona Libertad Digital, los economistas de JP Morgan y Royal Bank of Scotland (RBS) señalan que es posible que Bruselas precise poner en marcha un plan masivo para rescatar a los denominados PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España), similar al TARP (Plan Paulson) que aplicó el Gobierno de EEUU para salvar a su sistema financiero del colapso (más de 700.000 millones de dólares).
Ya esta Obama llamando a Angela Merkel para presionarla y que suelte la pasta ganza para Grecia.